Las contiendas ideológicas en este país han tenido resultados inexplicables en los últimos años desde que el escenario político se dividió en dos partes.
“Chairos” y “Fifís”, y hay que señalar que estas definiciones sociales han venido confrontándose en todos los estratos, pero mas en esa división que se ha creado entre quienes tienen simpatía por las predicas de Andrés Manuel López Obrador, y que aunque en algunas ocasiones resultan confusas entre los diversos bandos en contienda, y quienes se suman a los opositores al ahora Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.
La palabra “Chairo” encuentra su origen en el idioma Aimara, y se traduce como una sopa compuesta de carne de res y de cordero, que se acompaña con papa, zanahoria, cebolla, habas, granos de maíz, hierbabuena y otras especies. El vocablo es Aimara, pero desde hace algún tiempo pasó a formar parte del imaginario colectivo mexicano, al grado que ya fue oficializada su existencia en el territorio nacional. Hace aproximadamente cuarenta años se utilizaba en México para señalar a los adolescentes que practicaban la masturbación, ya así el término se quedo hasta definirse como una “Chaira”.
Pero el vocablo también tuvo otra connotación, y se dio en el ámbito político durante las elecciones presidenciales del 2012 para referirse a las protestas de los jóvenes opositores al triunfo de Enrique Peña Nieto con la finalidad de desprestigiar a los movimientos sociales opositores, o contra aquellos que manifestaban su disgusto con el Sistema Político Mexicano. Daniel Malpica fue el primer “chairo” que se hizo famoso en las redes sociales cuando acusó a Gabriel Quadri de iniciar una campaña de desprestigio en su contra por medio de la difusión de un “meme”.
De esta manera el “Chairo” fue investido como un sujeto antirrevolucionario que buscaba ridiculizar la protesta social y los argumentos de la izquierda y el comunismo.
Más tarde se adjudicaría a quienes se sumaron al movimiento político encabezado por Andrés Manuel López Obrador, y que después se les estereotipó como “Pejezombies” o “amlovers”, y que ahora no son otra cosa que esos miles de jóvenes que militan en las izquierdas del país. El termino se apropió tanto de este sector social que incluso alguna vez Felipe Calderón llamo “Pejechairos” los militantes del Movimiento de Regeneración Nacional.
El Fifí es un gancho de aluminio que se utiliza en el escalamiento como sistema de anclaje, y dispone de dos orificios, el recuperador en su parte superior, y conector en la inferior. Pero también se le define con el mismo término a una persona que tiene modales y actitudes delicados y exagerados.
Los Fifis eran los aristócratas que se oponían a la Presidencia de Francisco I. Madero. Pero sería el propio Andrés Manuel López Obrador quien le otorgara una nueva definición a la palabra cuando señaló que “"El FIfí es como el junior de conservadores, de oligarcas”. Hoy por desgracia, la lucha política tiene dos bandos, los fifis y los chairos.
Lo que podemos avizorar los mexicanos es que la contienda electoral intermedia será una verdadera barbarie entre Chairos y Fifis, y aunque todos seamos mexicanos, los epítetos que son la especialidad del Presidente de la Republica, serán muchos y de toda índole, porque su estrategia verbal consiste en ridiculizar al adversario para burlarse de sus pretensiones que aunque legítimas para él no pasan de ser intentos bastardos para derrocarlo. Lo cierto es que la única oportunidad que tienen las oposiciones es la conformación de un gran frente, pues de lo contrario la tiranía y el totalitarismo hecho dictadura estará a la vuelta de la esquina. Así de simple. Al tiempo.
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