¿SENILIDAD PRESIDENCIAL?

Dicen los especialistas que la demencia no es una enfermedad específica, sino un grupo de trastornos caracterizados por el deterioro de, al menos, dos funciones cerebrales como la memoria y la razón.

Entre los síntomas que los especialistas determinan están los olvidos, y el razonamiento limitado que interfiere en las actividades cotidianas. Y quizá eso explique la circunstancia que los mexicanos estamos viviendo con el actual Presidente de la Republica, Andrés Manuel López Obrador, quien en las últimas semanas ha dado señales que inquietan y preocupan a muchos de sus más cercanos colaboradores.

Una muestra de ello es que viernes pasado el propio López Obrador aseguró que ya había perdonado a Felipe Calderón por haberle robado la Presidencia de la Republica. No sé si esa preferencia por vivir en el pasado le esté afectando el razonamiento, o quizá este dando señales de una posible demencia senil, lo cual sería muy grave para el país y la institución que representa. Algunos especialistas han señalado que ese tipo de referencia por el pasado no son mas que un ardid para seguir manteniendo el halo del martirio al que lo sometieron sus adversarios para evitar que llegara al poder y consolidar la “"Cuarta Transformación”.

Porque si algo debemos tener el claro los mexicanos de este tiempo, y que votaremos en la siguiente elección, es que esa mal llamada Cuarta Transformación no es más que la regresión a los tiempos mesiánicos que este país superó desde que la apertura democrática propició la alternancia en el poder. Para decirlo más claro, Andrés Manuel López Obrador sigue viviendo en el pasado, y eso es grave porque su mesianismo está propiciando una regresión brutal en el ámbito económico y democrático, y se ha convertido en el mandatario más autoritario de los últimos cincuenta años, y el que mayores desastres económicos ha propiciado.

La marcha del país no es lo que los mexicanos esperábamos, y hay que señalarlo con todas sus letras, porque el decrecimiento económico ha sido brutal, y su mayor logro es haber incluido en los limites de la pobreza a más de doce millones de mexicanos, lo que significa un récord inimaginable y que nunca habíamos visto en tan poco tiempo en la historia reciente del país. El México de ahora no es el México que Andrés Manuel López Obrador recibió cuando los ciudadanos decidimos otorgarle una nueva oportunidad a la alternancia en el poder. Pero también los mexicanos hemos recibido signos de la posible senilidad de quién encabeza el Gobierno de la Republica, y eso tiene que preocuparnos porque en ello nos va nuestro futuro inmediato y el México que le heredaremos a las generaciones venideras. 

El decrecimiento económico alcanza cifras nunca antes vistas, pero el señor sigue afirmando que vamos bien para los propósitos de la Cuarta Transformación. Decrecer a 18.9 por ciento en menos de año y medio no es un logro, y tiene que se considerado como un brutal desastre, aunque siga repitiendo que vamos bien para lograr los propósitos de esa Cuarta Transformación, que nos es otra cosa que empobrecer al país como ha ocurrido en los países populistas del Continente. Pero también tenemos que preocuparnos por esa demencia senil que comienza a manifestarse. Por lo pronto fue a Guerrero, y en otra de sus sesudas disertaciones señaló que en ese estado se habían dado a conocer los “Sentimientos de la Nación” por parte de Vicente Guerrero. 

Habrá que decir que en 1813 Vicente Guerrero no alcanzaba la estatura de Caudillo que después lo convertiría en Presidente de la Republica, y que fue el Generalísimo don José María Teclo Morelos y Pavón quien conformaría el cuerpo legislativo que daría nacimiento a esta nación en Chilpancingo, ahora Guerrero, en el año de 1813, donde daría a conocer el documento de “"Los Sentimientos de la Nación”. Vicente Guerrero Saldaña sería Presidente de la Republica por un breve tiempo en 1829, y después fue asesinado el 14 de febrero de 1831 en Cuilápam, Oaxaca. Un Presidente de la Republica tendría que conocer muy buen la historia de su país, pero hay que reconocer que estamos frente a uno de los hombres más sagaces de estos tiempos, a la vez que un fatuo ignorante. Al tiempo.

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