Dice el refrán popular: “"A la tierra que fueres, haz lo que vieres”, y vaya que el estilo totalitario de Andrés Manuel López Obrador ha estado trascendiendo tanto, que hasta los priistas le están copiando su forma de hacer las cosas.
Mucha razón tienen aquellos que comenzaron a señalar al dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional, Alejandro Moreno, como “Amlito”, porque hasta ahora sigue siendo una copia del prócer morenista con sus descabelladas ansias de poder que terminarán por descarrilar a la otrora fuerza hegemónica.
Ante la pretensión de que sea el Comité Ejecutivo Nacional que Preside, en su estúpida dimensión tercermundista, determinó que apoderarse de las candidaturas podría ser una buena forma de alcanzar su más cara aspiración: concentrar el poder como hasta ahora lo ha logrado quien desde el púlpito mañanero pone y dispone cuanta ocurrencia le viene en gana, porque pareciera que ambos personajes se sienten dueños de la voluntad de los hombres y mujeres que aspiran a representar a sus correligionarios.
Para decirlo más claro, Andrés Manuel López Obrador lleva recorrido un buen trecho del camino para convertirse en “Dictador”, y lo alcanzará si la mayor parte de los mexicanos no reaccionamos como los principales afectados de sus presuntos delirios populistas, esos que hasta ahora le han hecho arrebatar una alta concentración de poder, al grado de disponer de forma personalista el destino del dinero que todos los mexicanos aportamos vía impuestos, y que mediante ocurrencias y caprichos despilfarra. Y lo peor, con el aderezo de limitar los fondos que corresponden a cada una de las entidades federativas y a sus habitantes, que son los que tributan para que se ejerza el dinero en su beneficio.
El problema es que López Obrador es un gobernante personalista que se piensa dueño de la voluntad de los mexicanos, sin entender que su deleznable forma de ejercer el poder está causando un brutal enojo en la mayor parte de los ciudadanos de todas las latitudes. Ni el residente de Palacio Nacional ni el titular del despacho tricolor en Buenavista son dueños del país, y mucho menos de la voluntad de los hombres y mujeres que siguen militando en las siglas de la otrora fuerza hegemónica. Y para que lo entienda el funesto líder tricolor Alejandro Moreno, “amlito”, así con minúsculas, la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación remitió al Instituto Nacional Electoral la impugnación presentada en contra de sus reformas estatutarias que contemplan atribuciones discrecionales que solamente corresponden a la militancia.
Por lo pronto ya se inició el procedimiento administrativo para determinar las sanciones que correspondan por las atribuciones que Alejandro Moreno Cárdenas ha suplantado de forma indebida y autoritaria. Para decirlo más claro, el “angelito” pretende que la decisión de quienes ocuparán las candidaturas en las siguientes elecciones sea a través del Comité Ejecutivo Nacional que preside. Bien dicen que la estupidez es la la madre de todos los desastres, y el señor Alejandro Moreno, que se ha distinguido por ser un dirigente obediente con el Presidente de la Republica, quiere ahora enseñorearse como dueño de la voluntad la ahora escasa fuerza política.
Lo previsible es que los magistrados le enderecen la plana, y estoy seguro que de la misma forma realizará su diagnóstico el Instituto Federal Electoral, garante de la democracia de este país, cuyo Consejo General no dejará que la democracia que tanto han defendido los militantes tricolores sea vejada por un dictadorzuelo tercermundista llamado Alejandro Moreno Cárdenas. Es tanta su admiración por Andrés Manuel López Obrador, que no ha tenido empacho en convertirse en su “tapete” para que lo pisotee cuantas veces quiera con tal de seguir manteniendo su posición de líder tricolor. Lo que no entiende es que los propios priistas lo mandaran a freír espárragos en cualquier momento por inútil e ineficiente, además de corrupto. Al tiempo.
This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.