Así comienza uno de los dichos más recurridos de la sabiduría popular, y en el caso que nos ocupa, que no es otra cosa que la mala administración de la pandemia del Coronavirus. Ahora resulta que después de cerca de setenta y cinco mil muertos al prócer Maximo de este país le dio por rectificar y anuncia una nueva estrategia,
como si no fuera suficiente el drama en que nos metió por su irresponsabilidad discursiva de las mañaneras donde en cadena nacional señalaba que “no pasaba nada, que había que abrazarse”. Pero tampoco puso el ejemplo con el cubrebocas, y maldita la hora en que muchos le hicieron caso porque esa circunstancia provocó innumerables muertes.
Lo que nunca entendió el Presidente de la Republica es que una gran parte de los mexicanos asume como suyas las recomendaciones que se dan desde el “"púlpito mañanero”, y eso habla de que no conoce a profundidad las consecuencias que han tenido sus palabras, pero también deja entrever que poco le importan las vidas de aquellos que por desgracia fallecieron, porque por encima de todo está su propósito de instaurar un régimen dictatorial similar a los que han arruinado la vida de millones de hombres y mujeres en el Cono Sur del Continente.
Para decirlo más claro, ni Rusia ni China mantuvieron ese comunismo agresivo que se tuvo con Stalin, o con Mao Tse Dong, y ahora son países que con un liderazgo distinto que ha permitido a la libre empresa subsanar ese subdesarrollo criminal que se mantuvo mediante la fuerza de una dictadura. Hoy Vladimir Putin y Xi Jinping son considerados en el grupo de los mejores mandatarios del Mundo. Es más, ante ellos el propio Donald Trump no deja de ser más que un remedo de Presidente que nunca logrará alcanzar siquiera la estatura de cualquiera de sus peores antecesores.
Ante la serie de demostraciones públicas de rechazo en diversas partes de la geografía Mexicana, pareciera que el señor Presidente de la Republica ha decidido cambiar su estrategia discursiva buscando mayor cercanía con los más de ciento cincuenta millones de mexicanos que habitamos este país, y de los cuales una gran cantidad le han manifestado su inconformidad en los lugares donde se presenta a realizar sus confusas mañaneras, pero además, esas redes sociales que tanto le sirvieron para llegar al poder, pueden ser las que ahora coadyuven a la destrucción del pretendido régimen comunista que quiere implantar.
Es tanta su ambición de poder para alcanzar un régimen totalitario, que hasta ahora no se ha detenido a reflexionar cuales son las consecuencias de un propósito de este tipo. Pero insisto, los mexicanos han estado despertando de ese letargo en que los situó con sus discursos llenos de odio hacia los poderosos, los ricos y los empresarios, esos que en la mayor parte de las veces son los que ayudan con su emprendimiento a generar las condiciones para que surjan las oportunidades de trabajo que tanta falta hacen en este país.
El Presidente no escucha siquiera a sus más cercanos colaboradores, y mucho menos escuchara el clamor de la gente que en todos lados le piden ayuda por causa de esa estrategia de empobrecimiento que ha desarrollado pensando que de esa manera se eternizará en el poder. Aquel que un día se dijo “Demócrata”, no es más que el rostro perverso de la dictadura que comienza a mostrar incluso con sus más cercanos colaboradores. El problema es que hasta ahora ninguno de ellos se atreve a levantar la voz, y quienes por respeto a sus convicciones decidieron hacerlo, pululan ahora en el desamparo gubernamental, pero atesoran la riqueza de esa libertad, como lo hacemos quienes ejercemos el periodismo pese a los amagos de un Mandatario que piensa que no puede haber más razón que la suya. Al tiempo.
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