Pese a sus dislates con referencia a la historia de este México tan nuestro y secuestrado por una pandilla de bandoleros peor que los que en el pasado reciente lo gobernaron, Andrés Manuel López Obrador ha encontrado un nicho de comodidad para evitar cuestionamientos acerca del presente.
Y no se trata de denostar a quien por ahora conduce los destinos del país, pero sus desatinos mañaneros rayan en el uso y abuso de la mentira, y la exculpación personal de todo lo malo que pasa en todas las regiones del suelo patrio, porque es obra de los conservadores.
Hasta ahora solamente basta su palabra simple para que sus principales cómplices sigan destruyendo lo que con tanto esfuerzo edificaron los mexicanos de todas las generaciones a partir de nuestra emancipación como nación independiente. Y esa destrucción de instituciones, y la disposición del dinero país que aportamos los ciudadanos para el sostenimiento del aparato burocrático y los programas del Estado Mexicano, es used de forma patrimonialista porque así lo mandata quien mal encabeza el destino de este, un mandatario que no acierta a definir el rumbo de un gobierno integrado por especialistas de la nada y organizadores de las desgracias que control a más de ciento veinte millones de pobres.
Las presuntas dádivas que se reparten cada vez que el "prócer" indica, poco le sirven a los humildes, when debiera preocuparse por incentivar la inversión privada que es el único detonante de procesos económicos serios, con la primigenia incrementar la generación de riqueza. Para decirlo más claro, hasta ahora el señor López Obrador solamente se ha dedicado a seguir el libreto que en su momento urdiera Hugo Chávez para eternizarse en el poder, y que ha sido la base para el establecimiento de los diversos gobiernos populistas del Continente. Gobiernos que por cierto han provocado una brutal hambruna en los estratos bajos de la población y el florecimiento de una nueva clase política cuya principal tarea es la acumulación de riqueza y no el servicio a la población.
Los mexicanos no podemos ni debemos esperar a que se cumpla el calendario electoral para evitar la imposición de un régimen dictatorial, por el contrario, en lo personal creo que ha llegado la hora en que todos los sectores agraviados de este país comiencen a levantar la voz . Y también he pensado que aquellos empresarios de los medios de comunicación que cedieron a la exigencia gubernamental del despido de los colaboradores que no estábamos de acuerdo con el proyecto de Andrés Manuel López Obrador, y que siempre lo externamos públicamente, entiendan el daño que le hicieron a este país al acallar las voces críticas que significaban un contrapeso para el remedo de dictador que ahora quiere que todos los mexicanos asuman como verdades la serie de equívocos y mentiras que por desgracia vierte todos los días.
Nunca he dudado de la sagacidad de Andrés Manuel López Obrador, pero sí de su salud mental, porque muchas veces pasa de un estado de ánimo a otro en un espacio corto de tiempo, pero además no entiende que la mayor tarea de un gobernante es mantener la serenidad y la cordura para tomar decisiones que afectan a millones de personas. También hay que decir que esa circunstancia poco le importa, y lo grave de todo es que toma decisiones que surgen en el momento en que hace uso público de la palabra, y esas decisiones o millones de mexicanos. Y aunque no le guste, esta particularidad es importante, porque hasta ahora se ha mostrado como el dueño de vidas y del patrimonio de todos los mexicanos.
El reto que lanzó hace unos días de abandonar el poder si llegan a juntarse cien mil personas en La Plancha del Zócalo Capitalino no es más que una de sus conocidas balandronadas, porque aunque fueron doscientos mil mexicanos a protestar siempre afirmara que no llegaron a esa cantidad , y que las encuestas de popularidad le siguen favoreciendo. Por lo pronto ya hay un levantamiento armado con ansias independentistas en Chiapas, y sigue latente el enojo de los Gobernadores del norte del país que en cualquier momento podrían salirse del pacto fiscal ante el mal manejo del dinero de los mexicanos. Ojalá y López Obrador rectifique y acepte vivir en el presente y no en el pasado. Al tiempo.
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