Durante los meses previos Andrés Manuel López Obrador ha hecho todo lo posible por disponer de forma discrecional del dinero del Estado Mexicano, ese dinero que mediante tasas impositivas aportamos todos los ciudadanos para otorgar viabilidad operativa al país y cumplimentar los proyectos y programas del Plan Nacional de Desarrollo.
Aunque habrá que decir que hasta ahora ese instrumento ha sido violentado por el voluntarismo presidencial de invertir los caudales públicos en diversas ocurrencias para mantener su cuota de cooptación de los grupos sociales mediante dádivas que solamente palian sus necesidades de forma momentánea sin que exista un proyecto real de desarrollo económico.
Hasta ahora ha logrado mantener el flujo de dinero que pone a disposición de los diversos programas sociales que ha diseñado con la única finalidad de mantener una alta cuota de cooptación de voluntades al servicio de la mal llamada Cuarta Transformación, buscando capitalizar el agradecimiento social en las siguientes elecciones para seguir con el control de los estratos más desprotegidos de nuestra sociedad. Sabe que de no invertir ese dinero su cuota de aceptación sufriría una considerable merma poniendo en riesgo la finalidad inmediata de utilizar a esos adeptos en la consulta de revocación de mandato, con la que pretende el establecimiento de un gobierno que concentre la mayor parte de las facultades del Estado Mexicano.
Los resultados adversos en las elecciones de Coahuila e Hidalgo encendieron las luces de alerta, y tiene que apresurarse a recomponer el rumbo de su gobierno para enfrentar la elección intermedia sin sobresaltos. El problema es que hasta ahora el rumbo del país no transita libre de problemas, por el contrario, el decrecimiento del Producto Interno Bruto es una de sus mayores preocupaciones, y aunque la supresión de los fideicomisos le otorgara la posibilidad de disponer de más de sesenta mil millones de pesos para seguir invirtiendo en su proyecto populista, mientras el país no detone sus procesos económicos de nada servirá.
Lopez Obrador se ha negado a reinsertar el país en los procesos de la globalización porque no entiende cómo funciona, y lo peor es que nunca midió las repercusiones internacionales a causa de sus reclamos del pasado, como ha ocurrido con España, desde donde le hicieron ver a los mexicanos que su abuelo fue un inmigrante español venido al país. Pero independientemente de ello, la Casa del Rey decidió ignorar sus descabelladas intenciones de recibir una disculpa por las ofensas que a México hicieron los conquistadores, y la hazaña de Cristóbal Colón de llegar al Continente, aunque nunca haya puesto pie en lo que ahora es México.
Hasta ahora lo único que ha logrado es el ridículo, pero debemos entender que es una forma de mostrar su nacionalismo antes propios y extraños, el problema es que no comprende que los mexicanos no somos tontos, y que esa estrategia populista lo único que ha provocado es lastima por su infinita falta de conocimientos, al igual que su “"culta esposa” que afirmó que el sol realiza un movimiento de traslación. La realidad indica que nunca habíamos tenido un Mandatario ignorante, petulante, y carente de una formación básica porque se tardó quince años en terminar su carrera profesional.
Lo previsible es que los constantes dislates en los que incurre le sigan generando una permanente burla por su carencia de conocimientos y preparación académica. Pero además su incontinencia verbal anticipa severos dolores de cabeza porque persiste en mantener un discurso ramplón carente de fondo y cargado de citas diversas con las que intenta mantener esa estúpida lucha entre liberales y conservadores sin entender que son circunstancias de nuestro pasado histórico que hace mucho tiempo dejamos atrás. El temor que tiene por qué sigan presentándose escenarios como los de Hidalgo y Coahuila seguramente no lo dejaran dormir bien durante los meses venideros. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en el periodismo.