Sin lugar a dudas es un hombre singular. Pero también debemos aceptar que es un hombre acostumbrado a los excesos, porque lo vivimos desde hace más de veinte años, aunque nunca nos hayamos dado cuenta de lo que escondía para el caso de hacerse del poder en México.
Es quizá uno de los mayores charlatanes que han llegado a ocupar la Presidencia de la Republica, y mire que hemos tenido de todo tipo en nuestro pasado reciente. Hasta ahora el desgaste que ha padecido en el ejercicio del poder indica que pese a su gran popularidad y aceptación en diversos estratos sociales, las cosas pudieran ponerse difíciles en materia de credibilidad.
La confrontación que mantiene con diez gobernadores a causa de las participaciones federales que hasta ahora les ha negado, a lo que hay que sumar la vil concentración de los recursos públicos para ejercerlos de manera voluntarista en programas de apoyo que hasta ahora no sabemos quienes los integran, porque se han guardado celosamente, habla de la perfidia de un hombre que da el golpe y oculta la mano como se dice coloquialmente, y eso quiere decir que no quiere que los mexicanos sepamos en que se gasta y la forma en que se realizan las transacciones.
Hasta ahora ha sido un hombre que fustiga al pasado para justificar sus tendenciosas peroratas mañaneras, y que mantiene reyertas con el presente acusando a todos de corrupción, cuando el mismo ha sido uno de los hombres que mayores caudales públicos ha detentado durante sus travesías a los largo y ancho del país. Los mexicanos no podemos olvidar el bochornoso hurto de dinero en la construcción de la Línea 12 del Metro, que le permitió gastar diez millones de pesos por día durante muchos años para sembrar la discordia entre los mexicanos y alzarse con el poder. Por eso Marcelo Ebrard Casaubon se alejó del país, para evitar la acción de la justicia y regreso justamente cuando López Obrador fue declarado Presidente Electo.
Aquel que siempre se dijo pulcro y transparente guarda una amplia estela de corrupción que los mexicanos no hemos olvidado. Su primer gran golpe fue el plantón de barrenderos en el Zócalo Capitalino, por el que recibió cuatrocientos siete millones de pesos que le entregó el propio Marcelo Ebrard cuando levantó el plantón. Pero si de algo podemos acusarlo en estos tiempos en que ha detentado el poder presidencial es de mentiroso compulsivo. Según la Consultoria Spin Taller de Comunicación, durante su primer año de gobierno en sus conferencias mañaneras acumuló quince mil setecientas noventas mentiras, o afirmaciones que no se pueden comprobar.
Esto quiere decir que vierte cuarenta y tres mentiras en cada una de sus conferencias mañaneras, o una mentira cada dos minutos. Para decirlo más claro, la propia Consultoria señala que al término de su sexenio, de seguir con esa tónica habrá mentido más de cien mil veces. Bien decía el propagandista de Adolfo Hittler, Joseph Geobbels, que una mentira repetida mil veces se convierte en una irrefutable verdad. Y si algo podemos decir, es que López Obrado no le habla a los públicos cultos, por el contrario, sus procesos de comunicación están enfocados a reforzar esa franja de hombres y mujeres que viven en la pobreza, pero eso no le quita el “honorable” epíteto de mentiroso. Pobre país. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en periodismo.