De no haberse dedicado a la política Andrés Manuel López Obrador sería uno más de los predicadores que pululan por los polvosos pueblos de todas las latitudes de este gran país tratando de que los lugareños entiendan la palabra de Dios, esa que inventaron los propios hombres para engañar a los incautos poniendo en boca de un ser divino al que nunca han conocido, una serie de preceptos morales que nunca ponen en práctica, pero que tienen razones monetarias suficientes para mantener ese activismo.
Y lo digo con toda evidencia, porque hasta ahora sus conferencias mañaneras, por cierto, en las que ha vertido más de treinta y un mil mentiras, contadas por los expertos, no son más que un ejercicio de adoctrinamiento para aquellos que siguen pensando que todo lo que señala es la verdad única en la que deben creer y seguir al pie de la letra para mantener viva la esperanza de algo que hasta ahora no ha conseguido, porque los pobres de antaño son más pobres ahora, con la única variante de que la siembra de esperanza les otorga lo mismo que sembraron los gobernantes de antaño, pero en una circunstancia distinta, porque ahora hay más pobreza, y eso significa el gran fracaso de la mal llamada Cuarta Transformación.
Una vez más ataca a los partidos de la oposición a quienes acusa de pretender quitarle la mayoría en el Congreso, como si de eso no se tratara la democracia, esa práctica política que no le gusta aunque gracias a ello ocupe la titularidad del Gobierno mexicano. Para el las pretensiones de las oposiciones no son más que un atentado contra el pueblo, y los medios de comunicación son unos monstruos que carecen de ética al posicionarlo como el Mandatario más golpeado en la historia de México.
Claro está que el golpeador mañanero siempre tiene la razón y puede acusar impunemente a quien le venga en gana porque para eso su palabra es ley. Ahora se lanzó nuevamente en contra de los empresarios a quienes acusó de financiar campañas en su contra, aunque muchos han ido a “pedirle disculpas” en un acto de sinceridad y han aceptado que le hicieron daño al país. Claro está que no quiso mencionar los nombres de quienes han hecho esos actos de contrición porque desde luego que es una mentira más de su larga carrera de engañabobos.
También habla todos los días de la corrupción de los gobiernos neoliberales, sin explicar en qué está gastando el dinero que ha concentrado desapareciendo fideicomisos y mucho menos ha rendido cuentas de sus cantidades exhorbitantes de dinero que ha dispuesto de forma personal porque ni siquiera acudió al auxilio de sus paisanos, esos que se entregaron a su lucha y a los que abandonó a su suerte en el sureste mexicano. Pero eso sí, ahora anuncia que pronto dará a conocer la nueva Constitución Moral, y seguramente será una serie de enunciados de lo que los mexicanos tenemos que hacer para seguir satisfaciendo sus ansias de poder y enriquecimiento como lo han hecho los populistas del Continente Americano.
Insisto, el conteo de las más de treinta y dos mil mentiras que ha protagonizado en los últimos años en las conferencias mañaneras, hablan de su infinita capacidad y mendicidad para causar daño ente aquellos que no manifiestan apoyo al errático gobierno que encabeza. Sin lugar a dudas estamos frente a uno de los mayores charlatanes de la historia, y lo lamentaremos durante mucho tiempo porque en menos de tres años ha destruido esas instituciones que los mexicanos construimos para evitar la discrecionalidad monetaria de los servidores públicos, y ahora las detenta uno de los mayores charlatanes de la historia de forma obscura y sin rendir cuentas a nadie. Pobre país. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en periodismo.