Mucho se puede decir de lo que está ocurriendo en este país con motivo de la pandemia del Coronavirus. Una de ellas es la garrafal gestión que ha realizado el Gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador, quien desde hace meses debió reorientar los esfuerzos por llevar a cabo un golpe de timón y contar con mayor cercanía con sus gobernados. Hasta ahora se puede decir que ha sido un irresponsable al que poco le ha
importado el destino de las familias que han padecido la pérdida de algunos de sus miembros.
La compra de las presuntas vacunas solamente ha sido una de sus referencias en sus aburridas y detestables conferencias mañaneras para hacer un soliloquio en el que miente descaradamente acerca de los asuntos públicos, y lo peor es que pese a ello sigue manteniendo altos niveles de aceptación entre los mexicanos porque hasta ahora los partidos políticos de la oposición no han levantado la voz por temor o complicidad, y al paso que van será difícil que puedan arrancarle esa mayoría avasalladora con la que cuenta en el Congreso.
Las cifras verdaderas que algunos medios de comunicación han reseñado son desgarradoras, y habla de una brutal irresponsabilidad de un gobierno que solamente se dedica a comunicar presuntos logros inexistentes. Es patético que el Mandatario se refiera al irresponsable Hugo López Gatell como uno de los científicos más brillantes del mundo, y lo peor es que señala una encuesta que nunca ha mostrado en la que se le sitúa como el segundo mejor gobernante del mundo. Claro está que eso es lo que le interesa comunicar a sus huestes para seguir manteniendo el mito de un gobierno exitoso.
Un claro ejemplo de la estupidez de los funcionarios del Movimiento de Regeneración Nacional lo protagonizó la Directora General del Metro, Florencia Serranía Soto, quien ante la desgracia ocurrida en uno de los edificios en que operan las oficinas de la dependencia que encabeza, antes que dar a conocer los hechos acerca de lo ocurrido y el recuento de los daños, dijo que “"Simplemente soy la Directora General del Metro, no tengo la culpa de lo que pase en el Metro”. Ese es el razonamiento de la mayor parte de los funcionarios actuales que militan en la mal llamada 4T.
Claro está que hay mucho de culpa en ella, porque lo ocurrido habla de una deplorable gestión de las condiciones en que los trabajadores desempeñan sus funciones y el peligro al que se exponen por la carencia de elementos para mantener su seguridad personal en las instalaciones de la dependencia. El cinismo ha sido la constante cuando se trata de rendirle cuentas a los ciudadanos, y cuando desde la principal cabeza del gobierno mexicano existe un dejo de irresponsabilidad, lo único que podemos esperar los mexicanos es el desastre.
El discurso de la diferencia se ha derrumbado, porque hasta ahora el hurto de los caudales públicas ha sido notorio pese a los discursos de esa inexistente honestidad. Si algo tenemos que aceptar como verdad, es que no son iguales a los de antes, porque son peores en resultados y mucho más cínicos para apoderarse de los caudales públicos. La única explicación de lo que está ocurriendo es que los mexicanos nos equivocamos porque la siembra del odio fue superior a la razón. El panorama se torna triste y nauseabundo en los siguientes años. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en el periodismo.