Sin lugar a dudas hasta ahora el Presidente de la República no sabe hacia donde llevar al país para evitar el desastre en que se pude convertir su administración. Nunca antes habíamos vivido una circunstancia como la que hasta ahora ha venido encabezando la mal llamada Cuarta Transformación. Los números no mienten, los indicadores plantean que el fracaso está a la vuelta de la esquina y pareciera que nadie de los
integrantes del gabinete presidencial lo entiende, o simplemente no quieren verso como blanco de los dicterios que utiliza el protagonista de las “mañaneras”.
Lo extraño de todo esto es que el hombre con mayor autoridad para plantarle cara al Mandatario tampoco hace algo para que las cosas cambien. Sin lugar a dudas Marcelo Ebrard es uno de los hombres más cercanos al Presidente de la República, y quien tendrá el encargo de limar las asperezas con el Gobierno de los Estados Unidos, uno de los países más poderosos del mundo, y con un nuevo Presidente que no tiene nada en común con Andrés Manuel López Obrador, y que seguramente durará la relación por la persistente lucha que ha entablado tratando de imponer un gobierno de tinte socialista.
Y esa circunstancia debiera preocuparle al Canciller, porque tendrá que buscar la estrategia adecuada y los conductores más efectivos para mantener una relación tersa que por el momento se antoja tensa y distante. Para decirlo de otra manera, si Estados Unidos decide cerrar la frontera ante la necedad presidencial de convertir a México en la Venezuela del Norte, el desastre económico será la consecuencia y por desgracia el aislamiento de los estados del norte del país que depende mucho de los procesos económicos que se realizan a lo largo de la línea divisoria.
México no está para experimentos como hasta ahora lo ha venido intentando hacer el Presidente de la República, por el contrario, los mexicanos siempre hemos buscado certezas en esa circunstancia de nuestra bilateralidad porque depende mucho de la relación económica con Nuestro vecino del norte y no podemos exponernos a un cierre que empobrecería aún más a los mexicanos. Bastante tenemos con las ocurrencias y el desastre administrativo y económico que hasta ahora encabeza el inquilino de Palacio Nacional.
Andres Manuel López Obrador debiera entender que su principal papel es el de conducir el destino de más de ciento treinta millones de hombres y mujeres que conformamos este gran país, y dejar de lado sus ambiciones por concentrar el poder político y económico como hasta ahora lo ha venido haciendo. También debiera recordar que los Estados conforman una Federacion, y que son independientes y soberanos en sus decisiones, y lo que menos debe imponer la Federación es un cerco para minar sus decisiones con el pretexto de colocar un Delegado Federal con un carácter impositivo para sujetar a los gobernadores a sus disposiciones de índole presupuestal.
Bien dice Beatriz Pages, una de las mejores periodistas de este país, que Andres Manuel López Obrador ya perdió la perspectiva de la realidad y no tiene respuestas para evitar el derrumbe nacional, y por si esto fuera poco, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo ha revelado que el gobierno mexicano es el único del G20 que en tiempos de pandemia ha dejado a su suerte a los trabajadores y los empresarios porque se ha negado a cumplir con lo que cualquier presidente está obligado ha hacer en tiempos de crisis: encabezar un gobierno de unidad y un acuerdo nacional para impedir que como consecuencia de la emergencia sanitaria y la recesión global, quede convertido en cenizas. Pero el tabasqueño piensa al revés, y cree que otorgando dádivas le alcanzará para evitar la crisis económica. Bien dicen que la necedad es la madre de todas las desgracias. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en el periodismo.