En los distintos tratados acerca de lo que significa el cinismo se establece la actitud de la persona que miente con descaro y la defiende o practica de forma descarada, impúdica y deshonesta, por lo que merece una desaprobación generalizada. Pero también hay que señalar que el cinismo es una
doctrina fundada por Antístenes en el Siglo V antes de Cristo, y que se caracteriza por el rechazo de los convencionalismos sociales y de la moral comúnmente admitida. Para decirlo de forma más clara, un cínico es un persona que se comporta fuera de las normas morales, éticas y sociales, que miente con descaro, y defiende de forma impúdica y deshonesta algo que merece general desaprobación.
El cínico es una persona que se comporta mal sin disimularlo ni avergonzarse, que finge descaradamente, y que se comporta con gran escepticismo, pero además tiene la característica principal de utilizar una sonrisa irónica, tal y como lo hace Andres Manuel López Obrador en sus peroratas mañaneras con las que ha pretendido seguir ideologizando a esa amplia base social que lo llevó a la Presidencia de la República, y a la que mantiene todos los días a través de sus procesos de comunicación que hasta ahora, hay que señalar le han resultado exitosos.
Pero como dice el adagio popular, ““no hay mal que dure cien años ni pueblo que los aguante”, o aquella frase que señala que ““el que mucho habla algo quiere ocultar”, y hasta ahora lo que ha buscado el Presidente de la República es que los mexicanos dejemos de observar lo importante para mantenernos en la trivialidad de un diálogo de tontos en el que el principal actor es quien conduce, dice y orienta, y los demás, o sea los mexicanos, creamos a pie juntillas lo que nos platica, y hagamos lo que cínicamente nos pide, aunque vaya contra nuestras convicciones personales y grupales, y los principios y valores establecidos en nuestra Constitución.
Nunca antes un Presidente de la República había mentido tanto como lo hace Lopez Obrador, y lo peor es que ante la evidencia de su falaz comportamiento hasta ahora sigue manteniendo niveles de aceptación que ningún otro pudiera haber mantenido pese al engaño que sigue montando día tras día. Pero como dicen por ahí, no hay mal que dure cien años ni pueblo que los aguante, y los mexicanos tendremos en el corto plazo la oportunidad de corregir nuestro destino o seguir aguantando el empobrecimiento que por doctrina nos ha endilgado el Inquilino de Palacio Nacional.
Ha sido tan grande su cinismo y mendicidad, y lo digo con toda responsabilidad porque nunca antes tuvimos un gobernante que se dedicara a sembrar el mal y el encono para dividirnos y para clasificarnos entre fifís y neoliberales. La estrategia de sembrar mentiras todos los días y a todas horas es parte de su doctrina política, y solamente un pueblo incapaz de discernir entre el bien y el mal, por el encono acumulado ante los malos gobiernos, busca el castigo de los males del pasado castigando su presente y poniendo en riesgo su futuro.
Hasta ahora las mentiras del “Cínico de Palacio” suman más de treinta y siete mil, y pese a que sigue mintiendo para encubrir el desastre de país al que nos ha sometido, hasta ahora no ha disminuido esa base social que lo encumbró al poder. Pero también como dicen por ahí, “ no hay mal que dure cien años, ni pueblo que los aguante”. La careta de benefactor ha quedado atrás, el cinico será juzgado por la historia, y podemos tener la seguridad de que su descendencia, esa que ahora hace gala de los beneficios del poder, se avergonzara de sus hechos. Así de simple. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.