Sin lugar a dudas las cosas están cambiando en este país, y por desgracia es para mal. No se hasta donde los mexicanos seguiremos permitiendo el desmantelamiento de las instituciones que tanto tiempo y trabajo nos costaron construir para otorgarle viabilidad a las
aspiraciones colectivas que han sido pilar fundamental de nuestra vida en común, y que hasta ahora han venido funcionando adecuadamente y de acuerdo a la exigencia de los tiempos. La destrucción pareciera ser la identidad del gobierno encabezado por Andres Manuel López Obrador.
El gran problema para los mexicanos de todas las latitudes de este país es el incremento de la pobreza, y hay que señalar puntualmente que no es una circunstancia inédita, porque si algo hemos hecho mal es la distribución del ingreso, porque hemos construido riqueza para los pocos y mucha pobreza para los millones de mexicanos que han estado en los límites de la miseria. La pobreza es una realidad, pero hasta ahora nunca fue una estrategia de gobierno, por el contrario, lo que nos ha faltado es mejorar el sistema de distribución de esa riqueza.
Las disparidades están en todos los rincones del país, en todas las regiones, en todas las latitudes, pero sobre todo, en la mendicidad de mantener salarios mínimos más acordes a los intereses empresariales que a las necesidades de sobrevivencia de millones de mexicanos que solamente alcanzan para la canasta básica porque pese a lo que se afirma, no existen las oportunidades que quisiéramos por la concentración de la riqueza en pocas manos y la pobreza en la mayor parte de la población.
Por desgracia el futuro inmediato no tiene nada de halagüeño, porque hasta ahora hemos constatado lo que muchos analistas predecían en torno a la llegada del populismo al país con Andrés Manuel López Obrador en la Presidencia de Lana República. El desastre es la identidad de los principios básicos de este gobierno, porque de eso se trata, de empobrecer a la mayor parte de las familias mexicanas para hacerlas depender de las dádivas gubernamentales, y eso quiere decir que en el poco tiempo, de no detener la intentona populista, la pobreza será el destino de la mayor parte de los mexicanos.
El ejemplo es claro: durante los primeros veintiséis meses de gobierno de Andres Manuel López Obrador, la deuda externa del Gobierno Federal se incrementó en veintidós mil trescientos treinta y dos millones de dólares, es decir, un cuarenta y seis por ciento que la deuda generada durante el gobierno de Enrique Peña Nieto. Al paso que lleva el tabasqueño podemos tener la seguridad de que en el corto plazo hará realidad su aspiración de generación de empobrecimiento para mantener cono rehén de las dádivas a la mayor parte de los mexicanos, con lo que los convertirá en simples números de votos.
Pero no tan solo la viabilidad de este país está en riesgo, también las libertades individuales, las oportunidades de progreso, el trabajo, y el futuro de nuestro hijos, porque insisto, el principal proyecto del populismo es la generación de la pobreza para hacernos dependientes de las dádivas institucionales. Regalar dinero de los mexicanos, como lo ha hecho el señor Lopez Obrador con los países populistas de Centroamérica debiera ser considerado como traición a la patria. Porque nosotros tenemos muchos pobres mientras el inquilino de Palacio Nacional regala dinero a título personal a sus tiranos homólogos. La única oportunidad que tenemos de enmendar el camino, es la siguiente elección. Tú decides Mexicano. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en el periodismo.