El Presidente de la República es un cínico redomado. Toda su vida política lo ha sido, pero ya perdió la vergüenza y ahora habla de sus ligas con la delincuencia organizada como si fuera una hazaña. En la mañanera de hoy refrendó su compromiso desde Palacio Nacional y les agradeció que se hayan
portado bien durante la jornada electoral que se realizó en todo el país. Pero también aprovecho para señalar que la delincuencia organizada se comportó mucho mejor que los delincuentes de cuello blanco, de los que indudablemente forma parte.
Desconozco las motivaciones de hacer públicos sus nexos con la criminalidad, lo que seguramente habla de que durante mucho tiempo recibió fondos de las organizaciones delincuenciales para hacer campaña permanente, y eso es un asunto muy delicado. El cinismo es brutal y nunca alguien tuvo tanto valor para aceptarlo públicamente. Entiendo que su proyecto de gobierno sea distinto, pero derrumbar los valores que hasta ahora le han otorgado prestancia a la institución que representa, es un asunto en extremo grave.
Lo primero que seguramente pensaron la mayor parte de los mexicanos es que el Presidente de la República es el líder del “cartel de Palacio”, y que su principal vocación es el asalto del poder y de los caudales públicos para utilizarlos de la forma en que le venga en gana, incluso entregándolo a los criminales para que dejen de regar sangre de nuestros connacionales por todo el territorio patrio. Y aunque esta conclusión que hago puede resultar descabellada para muchos mexicanos, lo retrata de cuerpo entero para quienes hemos observado escandalizados la forma delincuencial en que se ejerce el poder y se dispone del dinero de todos los mexicanos.
Nunca antes ocurrió algo así, o quizá lo hacían en secreto para no escandalizar a los especialistas del fenómeno político, pero ahora se hace de forma burda y descarada, lo que es el principal indicativo de que el señor Andres Manuel López Obrador ha perdido la cordura, la vergüenza, y la poca probidad que le quedaba. Hoy en la Conferencia Mañanera, en el minuto veintidós con veintitrés segundos, agradeció a la delincuencia organizada que se portaron bien, hasta mejor que los delincuentes de cuello blanco, esos a los que ahora pareciera pertenecer.
Porque si algo podemos decir de él, es que ha dispuesto de manera discrecional de los fondos públicos para sus ocurrencias palaciegas, pero también ahora nos damos cuenta de la cínica riqueza que detentan sus hijos al más puro estilo venezolano como lo acostumbran hacer los familiares de Nicolas Maduro, y como lo hicieron las hijas de Hugo Chávez. Y esa circunstancia explica el porque se adquiere en el extranjero una refinería que no necesitábamos y que resultara un lastre para las finanzas públicas.
Los rostros de Hugo Chavez y de Nicolas Maduro pululan por los rincones de Palacio Nacional, y la delincuencia organizada encabezada por un mandatario extraviado que confunde la honorabilidad con el asalto a las finanzas públicas esta aposentada en los apoltronados rincones de lo que antes fuera la sede del poder presidencial, ahora convertido en un remedo de mesías del mal y en la antítesis de esa honorabilidad que presume para esconder la careta de un delincuencial tirano que piensa que fue elegido para inmolar al país como un signo de la obediencia que supone le debemos rendir como pleitesía a su calidad de Jefe de Estado, cuando en realidad es el jefe de una camarilla de asaltantes y aventureros del poder. Pobre país. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en el periodismo.