Se supone que cuando alguien gana una elección, su principal deber es ser magnánimo con el adversario, pero en este país pareciera que el señor Presidente de la República se ha convertido en un rijoso de profesión. Y no se trata de denostarlo simplemente por una ocurrencia, sino por su maldito
proceder de buscar la confrontación entre los mexicanos de todas las latitudes. Cada vez que se le ocurre habla de adversarios, porque no concibe que un Presidente de la República tiene por obligación gobernar para todos, afectos y desafectos, sean de cualquier origen, credo, religión, o preferencia política.
Así se ha acostumbrado siempre en este país, y para la militancia de cualquier partido esa ha sido la circunstancia y poco importa el origen, raza o religión, y mucho menos la militancia política porque el voto es secreto y universal, y esa condición nos obliga a respetar el resultado y adoptar la premisa de que no se pueden ni deben hacerse distingos desde el poder. Pero eso poco le importa al inquilino de Palacio Nacional porque siempre piensa en cómo sacar provecho de la circunstancia y no acepta que esas diferencias que tenemos unos de otros le haya otorgado la posibilidad de alcanzar el triunfo en la elección presidencial.
En lo personal cuando escucho sus referencias al hablar de sus adversarios, lo que más me preocupa es la muestra de esa mendicidad que lo ha caracterizado siempre. Cuando se autocalificaba como demócrata estaba mintiendo, porque durante estos casi tres años de gobierno se ha empeñado en dividir a los mexicanos de todas las latitudes de este país. Su búsqueda incansable por confrontar a unos con otros lo retrata como lo que es, un autócrata ignorante e impreparado para conciliar, que es uno de los principales valores de la cohabitación política.
Bien decía Jesus Reyes Heroles que “la política es el arte de las relaciones humanas, y la armonía política uno de sus más caros valores”. De ahí que hasta ahora hayamos logrado tener mandatarios de diversos orígenes y credos políticos que han hecho de la armonía social uno de los más caros logros para evitar la disgregación y la confrontación entre una sociedad que hasta ahora se ha mantenido vigente en su derecho de elegir a quien le venga en gana porque de eso trata la democracia. Ojalá lo entendiera el tirano de Palacio, pero sería mucho pedirle en su infinita ignorancia de lo que significa esa armonía a la que se refería Reyes Heroles.
”Están muy interesados nuestros adversarios en que caigamos en la trampa de la provocación, de la violencia, porque quisieran mancharnos, poder decir es lo mismo de antes, no, yo no soy Peña, ni Felipe Calderon”. Ojalá y tuviera la estatura de cualquier de ellos, porque nunca se afanaron en dividir a los mexicanos, y siempre gobernaron para todos ciudadanos de todas las latitudes de este aun maravilloso país. No soy partidario del ““mátalos en caliente, no soy partidario de masacres” señaló en su mañanera buscando diferenciarse de sus antecesores.
Claro que no se trata de “matarlos en caliente” porque esa tarea se la ha dejado a sus amigos, los delincuentes y asesinos que hasta ahora gobiernan la mayor parte del país. Porque si algo hemos corroborado es su pacto con la delincuencia, ya que no se ha atrevido a tocarlos ni siquiera con un operativo para defender a los mexicanos que hasta ahora son rehenes de esos criminales que él tolera como lo han tolerado los demás mandatarios populistas del Continente. Pero no hay mal que dure cien años, ni pueblo que los aguante. Y cuando termine su encargo seguramente se irá del país porque donde quiera que se le vea recibirá el rechazo y el vituperio de los mexicanos. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en el periodismo.