El Méndigo de Palacio

En otro de sus desplantes populistas, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, arremete contra los periodistas del país con su

consabida cantaleta de que demos a conocer los bienes de cada uno de nosotros y los ingresos que generamos. Y esto viene a colación porque según sus aparatos de inteligencia le dieron a conocer que existen empresas cercanas a Roberto Madrazo y Silvano Aureoles que financian a un medio de comunicación, y desde luego sin señalar que medio y cuál de todos es, porque está acostumbrado a la intriga y a la mentira.

En su inútil comparecencia mañanera, que no llega siquiera a conferencia, insistió en que los periodistas, entre ellos Carlos Loret de Mola, den a conocer sus bienes y de quienes reciben ingresos. También comentó que en gobiernos pasados se otorgaban contratos de compra de medicamentos a empresas relacionadas con políticos cercanos al poder, y como ahora ya no se hace, su gobierno recibe ataques. Habrá que Decirle al presidente de la República que los beneficiarios ahora son los más conspicuos miembros de la mal llamada Cuarta Transformación, porque el periodismo en este país se ha precarizado.

Efectivamente, existen compañeros que ganan muy bien porque trabajan en empresas solventes, que cuentan con un público cautivo que les mantiene los niveles de audiencia de forma suficiente como para que su perfil resulte atractivo para los productos que en esos medios se publicitan, y habrá que decirle al señor López Obrador que esa circunstancia no hace corruptos a los periodistas ni a los medios de comunicación, porque ese es su trabajo. Hasta ahora no conozco un solo medio que no busque el éxito económico mediante los productos que ofertan a los ciudadanos.

Para decirlo más claro, Carlos Loret de Mola, Ciro Gómez Leyva, Joaquín López Dóriga y muchos más, son productos vendibles que cuentan con la simpatía de muchos televidentes, por su credibilidad, por su estilo de decir las cosas, por su profesionalismo, y sobre todo, porque se han convertido en la identidad de los medios en que desarrollan sus habilidades periodísticas, y esa circunstancia no es un delito que yo sepa, sino una virtud porque de ello se nutren los medios de comunicación que se precian de ser exitosos.

Mientras el Presidente de la República utiliza la fuerza de los medios de comunicación para desvirtuar sus constantes estropicios al frente del país, y para desviar la atención de lo verdaderamente importante, los periodistas colocamos el dedo sobre la llaga de los excesos en el poder y desde el poder, porque esa es nuestra principal función, dar a conocer las desviaciones que con nuestro dinero se realizan todos los días porque el señor López Obrador piensa que es dueño no tan solo de nuestro dinero, sino del país mismo.

Hay que decirlo con todas sus letras, la mayor desgracia que se ha cernido sobre los mexicanos es que la hayamos elegido a un sujeto sin alma, sin piedad, y que emplea toda la fuerza de su investidura y el aparato burocrático del Estado Mexicano para causar daño, y nunca para generar oportunidades de desarrollo para esa masa amorfa que ahora se encuentra en niveles insospechados de pobreza porque esa es su principal misión, hacerlos dependientes de las dádivas institucionales antes que utilizar el dinero para impulsar el desarrollo. Hemos tenido mandatarios de todo tipo, pero nunca antes un sujeto con una mendicidad infinita para causar daño. Al tiempo.

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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.