Treinta mil muertos por año

Sin lugar a dudas estamos viviendo una etapa de lo más horrenda en nuestra historia reciente. Y no se trata de que el Presidente Andrés Manuel López

Obrador se ponga el saco como lo hace, siempre que no existen explicaciones acerca de lo que ocurre en todas las latitudes del país en materia delincuencial y actividad del crimen organizado, además de el éxito que hasta ahora tienen los principales cárteles de la droga en este país. Para decirlo más claro, la realidad está superando con mucho a la ficción, y nunca habíamos vivido una circunstancia de este tipo.

Privar de la vida a un ser humano debe seguir siendo uno de los delitos más penados y castigados, pero el problema es que pareciera que existe permisibilidad de las autoridades locales, estatales y federales para que las bandas del crimen organizado hagan lo que les venga en gana con los ciudadanos, porque hasta ahora no existe una sola estrategia que se haya construido para paliar el horror en que viven los mexicanos a causa de la febril actividad de la delincuencia organizada.

La violencia no cesa, y al paso que llevamos pareciera que llegó para quedarse y los mexicanos estaremos en una espiral de horror porque el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha abdicado de su responsabilidad, al permitir que la delincuencia siente sus reales en todo el territorio de este alicaído país. Su mendiga estrategia de “abrazos, no balazos” es la reafirmación de que todos los carteles y manifestaciones del crimen organizado cuentan con patente de corso para hacer lo que les venga en gana con los ciudadanos de todas las latitudes del país.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el año pasado se registraron treinta y seis mil quinientos setenta y nueve homicidios dolosos, es decir, solamente ochenta y dos homicidios menos que en 2019, cuando se reportó un total de treinta y seis mil seiscientos sesenta y un homicidios. El problema es que pareciera que la criminalidad tiene permiso operar de manera impune y puede hacer lo que les venga en gana a sus principales líderes, que hasta ahora nunca han pisado la cárcel.

Para desgracia de la mayor parte de los mexicanos, más de trescientos mil asesinatos ha sido atribuidos en su mayoría a las organizaciones dedicadas a múltiples delitos como el narcotráfico, contrabando de armas, secuestro, extorsión, tráfico de migrantes y el robo de combustible. Por lo que respecta a los delitos del fuero común y que, sin robo en transporte, a transeúnte, extorsión y violación, son los delitos que han ido al alza. El problema es que no podemos dejar de observar que la permisibilidad para delinquir está avalada por los miembros de la mal llamada Cuarta Transformación, y cuentan con la venia incluso del Presidente de la República, quien tiene entre sus asesores a hombres cercanos a la delincuencia organizada.

Para decirlo más claro, hasta ahora los mexicanos hemos observado con preocupación que aquellos asesores que de pronto son llamados a Palacio Nacional, no son más que los cabecillas de los grupos delincuenciales más activos en todas las regiones del país. No podemos cerrar los ojos ante el fenómeno de cohabitabilidad que tiene el Gobierno Federal y quienes se disfrazan como asesores presidenciales y que en realidad son los principales jefes de las bandas de criminales que pululan por todo el país. Pobre México, Pobres Mexicanos con un gobierno delincuencial plagado de miembros del crimen organizado. Al tiempo.

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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.