Sin lugar dudas, los mexicanos de todo el país estamos ante el peligro de caer en una dictadura populista similar a la de Venezuela o cualquiera de los
demás países del Continente Americano. No necesitamos preguntarnos si Andrés Manuel López Obrador es un populista, porque lo ha sido siempre y, sin embargo, se ha colocado en la antesala de la construcción de una de las dictaduras más deseadas en el Continente, porque si de algo podemos tener seguridad es que de aquí saldrán grandes capitales para apoyar la consolidación de esta faceta de gobierno.
De hecho ya han salido en diversas ocasiones para Cuba, Ecuador, Nicaragua, y la propia Venezuela, y es dinero de los mexicanos que hemos pagado como impuestos a las arcas del país, y en lo personal detesto que el idiota de Palacio, que por cierto se llama Andrés Manuel López Obrador, siga entregando dinero que nos ha costado a los mexicanos ganar con base a nuestro trabajo cotidiano, pero eso le vale una pura y dos con sal al odio que por desgracia tenemos al frente del país, y que se asiló en un Palacio como reyezuelo tercermundista.
La única referencia que encuentro acerca de los logros del populismo son nada más que desigualdad, dominación y empoderamiento popular, que no son más que esas masas amorfas que utilizan los gobernantes populistas para confrontar a las élites de los países donde logran enraizarse. Esas masas amorfas de hombres y mujeres sin destino que no cuentan con alguna ocupación laboral, y que por desgracia serán empleados para las constantes purgas destinadas a quitar bienes a quienes con muchos años de trabajo los construyeron.
Andrés Manuel López Obrador ha dejado de ser una amenaza para los mexicanos, porque de ahora en adelante será el más radical de todos los mandatarios que ha tenido este país, incluyendo a Victoriano Huerta, que mataba por gusto. De no detenerlo lamentaremos muchos años de pobreza y marginación, porque ese es el destino que ha construido esa presunta ideología en la mayor parte del Continente Americano. La única oportunidad que tendremos los mexicanos, y lo digo con toda responsabilidad, es sitiar el Palacio Nacional, y mantener de rehén al tirano para que sus órdenes no se cumplan.
Si no salimos a las calles a defender nuestra soberanía sitiando las Cámaras de Diputados y Senadores, para evitar que legislen en contra de todos los mexicanos, el país dejara de ser propiedad de nosotros, y pasara a convertirse en una sangrienta Dictadura que provocara innumerables muertes. A eso está dispuesto Andrés Manuel López Obrador, porque poco le importará derramar sangre de mexicanos con tal de convertirse en el sátrapa que nos aprisionara en los márgenes de la pobreza para evitar que tengamos la posibilidad de adquirir el bienestar que hemos logrado y que le ha otorgado viabilidad a la Nación.
Insisto, de no encabezar una rebelión a través de la Sociedad a civil, no habrá poder alguno que detenga la intentona populista comunista para que nuestro país se convierta en una enorme cárcel, porque desaparecerán nuestros derechos a la manifestación, y a la libertad de las ideas. Pero también debemos estar preparados para las agresiones de las hordas de hombres y mujeres que reciben dinero de las esferas oficiales, y que por desgracia se convertirán en los gendarmes ciudadanos que en cualquier momento nos encarcelarán simplemente por no comulgar con las ideas del populismo. Patria o Muerte decía Fidel Castro cuando inició su revolución comunista, y creo que nosotros debiéramos adoptarla para defender a este país. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.