No pretendo denigrar al Señor presidente de la República, y mucho menos su maltrecho prestigio o lo que sea que a él le interese,
porque si fuera un hombre congruente con lo que ha dicho, con lo que ha ofrecido al paso de los años, y con lo que ha hecho, este país debiera estar entre las primeras naciones del orbe en cuanto a progreso, alcances gubernamentales, y promesas cumplidas, pero nuestra realidad indica que todo lo que se ofreció, y todo lo que se dijo, fue de dientes para afuera, porque nada positivo se ha logrado durante el mandato de Andrés Manuel López Obrador.
Por si no lo recuerdan, esas hordas que se han autodenominado “Chairos”, al señor López Obrador le entraban unas irrefrenables ganas de alcanzar el poder para transformar a este país. Lo decía a los cuatro vientos, recorría el país con su cantaleta de que acabaría con la corrupción, con el influyentismo, con la desigualdad, pero sobre todo con aquellos que habían destrozado el futuro de los mexicanos. Sus cantaletas se escucharon en todos los rincones de México, en cada poblado, en cada ciudad, en cada paraje que visitaba.
Hoy, por desgracia, sabemos que nos engañó, que nada de lo que prometió ha sido cumplido, que sus disertaciones estuvieron cargadas de mentiras, de citas discursivas fáciles para que los mexicanos nos engancháramos en ese tan mencionado cambio que hasta ahora seguimos esperando. Pero al paso que vamos no tenemos otra más que aceptar que nos engañó, que nos “chamaqueo”, que todo lo que tanto prometió no lo cumplirá porque lo único que ha mostrado y demostrado es que es un mentiroso compulsivo, un hombre acostumbrado al engaño, un pernicioso populista al que poco le importa el bienestar de los mexicanos.
La simple búsqueda del poder por el poder mismo es lo único que le interesa, porque de lo que se trata su proyecto es mantener la misma tónica que han implantado los mandatarios que se han eternizado en el poder como lo han enseñado Nicolás Maduro en Venezuela, Díaz Canel en Cuba, y Daniel Ortega en Nicaragua. Para decirlo más claro, el populismo está de moda entre aquellos que tienen ansias por convertirse en dictadores, en dueños de la vida y del dinero de las naciones que han alcanzado a dominar.
El populismo está de moda, y hasta ahora lo único que ha mostrado son las ansias locas de sus principales exponentes por mantener el poder, por convertirse en dictadores, porque no son demócratas como alguna vez se definiera Andrés Manuel López Obrador, sino una caterva de aventureros empeñados en destruir a las sociedades del país que dirigen para empobrecerlos y mantenerlos a base de dádivas institucionales con tal de que sigan votando por ellos, y aunque sean producto de un proceso democrático, al cabo del tiempo se vuelven tiranos.
No nos hagamos tontos, Andrés Manuel Lopez Obrador es parte de esa casta, basten los hechos que ha protagonizado para entender que no faltara mucho tiempo para que veamos cuál es su verdadero rostro, y no es otra cosa que el rostro de la dictadura, de la voluntad unitaria de quien detenta el poder, y podemos estar seguros de que en cualquier momento intentará reelegirse. Lo de Claudia Sheinbaum es un desplante para quitar el foco de atención de una posible reelección, que esa es el principal empeño. Si lo permitimos, será el dueño del país, de nuestras vidas, y de nuestro trabajo y dinero. Ya no es el demócrata que se dijo, Tú decides mexicano. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Setién. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.