Bien dicen por ahí que los pueblos son los constructores de su propio destino, y su sociedad entera las responsables de su fracaso.
Y Mexico no ha estado exento de esta afirmación porque durante su devenir histórico han sido muchos los fracasos que como nación hemos soportado, y el desencanto de nuestros gobernantes que provienen de un sistema en el que se promete mucho y se consigue poco, y esta es la circunstancia más deleznable que nos han repetido una y otra vez quienes nos endulzan el oído con sus peroratas y cantaletas de que son distintos y salen igual que los otros.
Bien dicen por ahí que el fracaso de los pueblos es producto de la indolencia de sus habitantes, pero sobre todo porque eligen con las emociones y nunca por las acciones. Y eso es lo que ha pasado en este país durante la mayor parte de su devenir histórico, porque tenemos que aceptar que los fracasos recurrentes han sido producto de una mala elección, y porque votamos con el corazón y no con la razón. Para decirlo más claro, otro gallo nos cantaría si tuviéramos la madurez suficiente como sociedad para entender y distinguir lo bueno de lo malo.
Los habitantes del Estado de México tienen ante sí un fuerte Valladar que tendrán que superar ellos mismos a través del valor de su voto en una democracia que sigue vigente pero que por ahora domina el partido de un populista en el poder, y del que será difícil sacudirnos en los siguientes años porque ha venido trastocando el entramado institucional para adecuarlo a sus posibles ansias de permanencia en el ejercicio del poder, como lo han ensayado la mayor parte de los mandatarios del Continente.
Y desde luego que Andrés Manuel López Obrador pondrá todos sus ases bajo la manga porque sabe que si le quita el poder al Grupo Atlacomulco podrá tener amplias posibilidades de mantener bajo su égida al Sistema Político Mexicano, y eso quiere decir que habría un cambio de sistema político en el país controlado por el tabasqueño como en su momento lo hizo Plutarco Elías Calles. Nuestra democracia sigue siendo muy endeble, y en algunas ocasiones manipulable, y esa es una de las grandes particularidades del Presidente de la República.
En lo personal diría que una persona que no sabe ni siquiera leer tres palabras sin equivocarse no puede ser elegida por la gente a un cargo tan importante como es la gubernatura del Estado de México, porque si no sabe leer es que tampoco sabe razonar y mucho menos diferenciar lo bueno de lo malo. Por desgracia este país está viviendo un lamentable episodio en el que la basura se ha convertido en gobierno, y la mendicidad en su credo, y eso no es bueno para los más de ciento veinte millones de personas que vivimos en el.
Cualquiera que tenga tres dedos de inteligencia podrá hacer un buen papel en la gubernatura mexiquense, y Delfina no tiene ni siquiera uno, pero la figura de Andres Manuel López Obrador sigue pesando mucho en el ánimo de los desencantados de los excesos del poder cometidos por los gobiernos anteriores, sin detenerse a pensar que el tabasqueño es peor que cualquiera proveniente de las demás fuerzas políticas. Si los mexiquenses, que tienen un alto grado de preparación eligen a Delfina habrán sellado el destino de este país hacia el populismo. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.