Mitomanía compulsiva palaciega

Mitomanía significa la mentira como forma de vida. Existen personas que de una u otra forma caen en la tela de araña de la mitomanía

y hacen de la mentira su forma de vida, y al paso del tiempo se convierten en mentirosos compulsivos. Seguramente usted conoce a alguien que aplica todos los días este tipo de conductas para seguir viviendo en un mundo presuntamente edificado por ellos mismos, y que no es otra cosa que una fachada para evitar que su verdadera personalidad aflore en cualquier momento.

La mentira no es ajena a la cotidianidad, y muchos recurren a ella desde la infancia, y en la mayor parte de los casos sigue vigente durante la edad adulta. Un estudio de la Universidad de Massachusetts reveló que el sesenta por ciento de las personas mienten al menos una vez durante una conversación de diez minutos, y caen en lo que se conoce como “mentiras esporádicas”, pero detrás de la costumbre de mentir compulsiva mente no siempre se esconde el deseo de obtener algo o evitar un castigo, el mitómano suele mentir sin tener un motivo válido, por compulsión.

Pero también hay que señalar que la tendencia a mentir puede colocar al actor en situaciones ridículas o a llevarle a inventar historias insostenibles, y aunque el mitómano sepa que lo han descubierto, puede seguir mintiendo y. Implicar más aún su narrativa. Así, mentir se convierte en un hábito para el mitómano porque tiene necesidad de mentir en las situaciones que están en su contra para evitar las consecuencias, aunque no gane nada con ello. Para decirlo más claro, quien padece mitomanía puede sentirse raro diciendo la verdad, pero se siente cómodo mintiendo.

El problema es que faltar a la verdad se convierte en un hábito y se cae en la mentira patológica, lo que le causará diferentes dificultades debido a que pierde la confianza de los demás. La tendencia comienza a apreciarse desde la infancia, y la tendencia a la mentira patológica es el resultado de la tendencia de eludir las responsabilidades. Pero también es preciso señalar que las mentiras pueden brindar cierto grado de satisfacción y placer al mitómano, porque saber que cada mentira implica un nivel de riesgo genera una descarga de adrenalina que actúa a nivel cerebral como recompensa y fortalece la respuesta mitómana, cerrando así un círculo vicioso.

Seguramente estimado lector o lectora, usted conoce profundamente a un mitómano que todos los días sale a decir cosas a los mexicanos porque ocupa los espacios televisivos para mostrar y demostrar que la razón le asiste y solamente él es el poseedor de la verdad absoluta. De acuerdo con las mediciones que diversas empresas han estado llevando a cabo, ese mitómano que usted conoce muy bien ha mentido en más de sesenta y cuatro mil veces en sus conferencias mañaneras, y lo sigue haciendo en la toma de decisiones que tanto le cuestan a este país.

Y no se trata de denostar a quien por ahora dirige los destinos de este país, pero la tarea de un analista es observar los hechos que se generan en las esferas del poder, y en la mayor parte de las veces, desentrañar ese entresijo de mentiras para conocer la verdad verdadera, no la que se vierte como credo para muchos de los seguidores del inquilino de Palacio Nacional, sino la que se evita que conozcamos a través de la mentira compulsiva para hacernos creer que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador es un éxito. Usted compare los hechos y saque sus propias conclusiones. Al tiempo.

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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.