Sin lugar a duda, este país ha caído en las manos de un sujeto que no entiende lo que es la piedad, el honor, la decencia,
y la mendicidad porque la lleva a flor de piel. Nunca habíamos padecido un adoctrinamiento tan severo de un solo sujeto que todos los días se dedica a predicar su versión de lo que tiene que ser una transformación de un país, ese que hasta ahora sus habitantes se han sentido orgullosos por ese pasado histórico que tanto veneramos, ya que nuestros ancestros pusieron por delante la valentía para mostrar al futuro ese glorioso pasado del que ahora nos enorgullecemos.
Habrá que señalar que si la corrupción no tiene límites, hasta ahora las mentiras vertidas por el Presidente de la Republica tampoco lo han tenido, porque después de más de sesenta mil mentiras que le han contabilizado diversas empresas especializadas, pareciera que el señor Andrés Manuel López Obrador se siente mucho muy orgulloso de su hazaña de engañar a un país entero al que ha venido aleccionando para que sus habitantes se sometan voluntariamente a sus dictados porque piensan que los va a sacar de su ignominia por arte de magia.
Habrá que señalar y reconocer que la base social que durante tanto tiempo construyó el tabasqueño, le guarda aún una amplia lealtad, pero sobre todo, una ciega obediencia y una simpatía única producto de los programas sociales que aunque no han logrado disminuir la pobreza, les ha llevado una esperanza que quizá nunca se alcance, pero como todo populista podemos estar seguros que en el corto plazo no habrá dinero que alcance para repartirlo entre los menesterosos que son la principal base social que le sigue.
Las prédicas que todas las mañanas realiza no han sido más que una forma de aleccionamiento entre las clases menesterosas que nada entienden de política, pero que están dispuestas a sumarse al ejército de inscritos en las listas de los que reciben las dádivas de los llamados programas sociales que hasta ahora han mostrado y demostrado que no sirven para erradicar la pobreza, ya que son simples apoyos que en nada resuelven las carencias del empleo, y mucho menos los satisfactores de una familia.
Las mentiras que vierte todos los días el inquilino de Palacio Nacional han comenzado a ser visualizadas por amplios sectores sociales, pero no se puede soslayar que hasta ahora sus bases siguen firmes apoyando un proyecto fallido que a fuerza de repetir que vamos por el camino correcto para erradicar la pobreza, la esperanza sigue vigente. El verdadero problema no son las mentiras de Andrés Manuel, sino, la pobreza discursiva de las oposiciones que no logran mitigar la eficacia de su discurso.
Para decirlo más claro, el éxito de López Obrador no ha sido la esperanza vertida en su cantaleta de todos los días, sino la ineficiencia de las oposiciones que solamente se han centrado en controvertir las promesas del inquilino de Palacio Nacional, cuando debieran intentar explicarle a los mexicanos que las dádivas no son la panacea, porque no sirven más que para salir de sus agobios en el momento, cuando lo que tendríamos que hacer es incrementar las fuentes de empleo para generar las oportunidades que el proyecto populista ha dejado de lado con tal de seguir empobreciendo a las clases menesterosas que votan simplemente por esas dádivas que les permiten paliar su pobreza, aunque con ello se tengan que someter a nunca salir de su postración. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.