Sin lugar a duda los momentos en los que el presidente de la República siente que sus presuntos adversarios le ganan el discurso y la propuesta,
a causa de alguno de sus constantes desatinos, de inmediato acude a la cantaleta de que el no es igual a los de antes, porque es el más honesto de todos los gobernantes que ha tenido este país, y reclama no tan solo el respeto, sino que le da por martirizarse para provocar el “efecto del desvalido”, intentando que sus huestes salgan de inmediato a contrarrestar a la opinión pública lanzando loas en su favor.
Por lo pronto la desnudada que le han impuesto los "hakers" que dieron a conocer su precario estado de salud ha colocado al régimen en aprietos porque tuvo que reconocer que efectivamente ha estado deteriorándose, y eso le genera un grave peligro porque no faltara quienes comiencen a profundizar para conocer los males que hasta ahora ha venido padeciendo, y a hurgar acerca de su precaria estado de salud para intentar solicitar por razones de seguridad nacional la aplicación de diversos exámenes para determinar si aún es apto para el encargo de Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
Y desde luego lo que podemos esperar en una circunstancia de este tipo, es la negación rotunda de que sus males lo inhabiliten para mantener el ejercicio de sus funciones como Presidente de la República, porque su vocación de poder sigue siendo amplia, y seguramente tendrá especialistas que lo mantengan de una u otra forma con la energía suficiente para salir a sus conferencias mañaneras, aunque después de ello se dedique a dar instrucciones y mantenerse alejado de los reflectores públicos para evitar conjeturas.
Andrés Manuel López Obrador es el clásico Zoon Politikom del que habla en sus disertaciones Norberto Bobbio, y podemos tener la seguridad de que ese ejercicio de poder que hasta ahora lo mantiene a pesar de su precaria salud. Bien refería Aristóteles las cualidades de aquellos al que el poder los mantiene vigentes porque a diferencia de otros animales posee la capacidad de relacionarse políticamente, es decir, mantenerse girando instrucciones para seguir manteniendo la organización de su gobierno.
Pero también seguramente podemos tener la seguridad de que seguirá los consejos de Noam Chomsky que enumera diversas estrategias para mantener la atención de las masas en otras cosas y no él, lo obvio. La primera de ellas es la distracción, quitando la atención de lo importante. La segunda es el problema-reacción-solución, cuando los gobiernos dejan de manera premeditada de atender un problema. La tercera es la gradualidad, es decir mantener decisiones que sean imperceptibles. La cuarta es diferir, es decir, tomar decisiones perjudiciales en el momento prometiendo beneficios futuros. La quinta es infantilizar al público, y aquí es donde cabe ese paternalismo que utiliza algunas ocasiones.
El sexto es la manipulación emocional para evitar la estimulación reflexiva. La séptima es la ignorancia, la peor arma de destrucción masiva que existe. La octava es la generación de públicos complacientes, como lo es el rebaño al que le habla todos los días. La novena es hacer creer a las personas que ellas son culpables de sus problemas, porque en el pasado consintieron a los conservadores. La décima es que la ignorancia del pueblo favorece las acciones desde el poder. Así de simple nuestra circunstancia. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.