Sin lugar a duda el proyecto populista sigue viento en popa en este país, y se le hace tarde al Presidente Mexicano
para intentar volcarse hacia ese proyecto en el que los líderes se convierten en mandatarios por tiempo indefinido, como ocurre en la mayoría de los países del hemisferio. Para su desgracia, hoy no cuenta con la mayoría calificada en la Camara de Diputados, pero, sobre todo, ahí está la sociedad civil en pie de lucha para defender a las instituciones de los alcances populistas del Macuspano.
La pregunta que todos nos hacemos es: ¿nuestro país es ya parte del mal llamado ““Socialismo del Siglo XXI”?, hasta el momento no, pero podemos tener toda la seguridad de que al Presidente de la República le urge redefinir esa parte de su discurso con tal de alzarse con el poder durante muchos años, como lo han hecho la mayor parte de los mandatarios del hemisferio, y que han condenado a sus moradores a la mayor de las pobrezas y a sujetar la voluntad popular en los caprichos de los gobernantes.
Las muestras de cohesión en nuestra sociedad al salir a copar las principales avenidas de la Ciudad de México, y las ciudades más importantes del territorio patrio, le hicieron entender al Presidente que no cuenta con la capacidad suficiente como para encabezar una revuelta popular, y mucho menos con un número significativo de miembros en el Congreso para imponer su voluntad de pretender encabezar una asonada por la vía violenta ya que por fortuna las fuerzas armadas del país no tienen y no tendrán esa vocación de masacrar a los mexicanos que seguramente se opondrían desde las calles de todas las ciudades.
Andrés Manuel López Obrador midió mal el ambiente, y sobre todo la reacción de los mexicanos, quienes le dieron una sopa de su propio Chocolate al manifestarse de manera multitudinaria, para dejar en claro que no queremos la instauración de una dictadura populista, y mucho menos que el pretenda quedarse al frente del poder, porque la abdicación del juramento que realizó cuando tomó la protesta de Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, se la cobrarían con creces de una u otra forma.
Pero con todo lo que hemos pasado en los últimos meses, no podemos afirmar que el peligro haya pasado, porque Andres Manuel López Obrador es un tipo empecinado porque siempre acostumbro a salirse con la suya de una u otra manera, lo que habla de sus bastardas ambiciones de poder. Muchas veces dijimos que el ahora Presidente representaba un peligro para Mexico, y el mismo se ha encargado de corroborar esta circunstancia, así que la máscara de “demócrata” se le ha caído para mostrar su verdadero rostro, que no es otra cosa que un ser ambicioso de riqueza y poder.
Su plan “B” ha sido puesto en marcha, y tratará por todos los medios de copar y comprar conciencias de aquellos diputados “apátridas” que pudieran venderse, con tal de participar en la riqueza y el poder de un tirano cuya mendicidad ha sido puesta en la mesa de las discusiones. Lo que esperamos los mexicanos es que nuestros congresistas resistan hasta lo último, porque tienen que entender que con ello les va la vida y el futuro de sus hijos, hermanos, y ancestros. Mexico no merece un destino así, pero si de algo podemos tener seguridad, es que lo seguirá intentando. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.