Se dice que un tirano es una persona que abusa del poder político y gobierna de manera torá ligaría, sin limitaciones
legales, y normalmente actuando de forma corrupto y cruel, pero también abusa de su superioridad, de su fuerza o de su poder en su relación con los demás. Los tratadistas del tema han señalado que el tirano es un gobernante que posee poder absoluto y que no está restringido por la ley, o uno que ha usurpado la soberanía de un gobernante legítimo. ¿Recuerdan ustedes cuando se dijo ser el ¿presidente Legítimo?
Andres Manuel López Obrador está asumiendo por mecanismo de gobierno a la “Tiranía”, porque hasta ahora ha mostrado y demostrado que posee un poder absoluto que no está restringido por la ley porque ha usurpado esa soberanía que le otorgaba legitimidad. Por desgracia los tiranos siempre defienden sus posiciones recurriendo a medios represivos. Ahora salió con la cantaleta de que no confía en la Suprema Corte de Justicia de la Nación porque ha llegado una mujer con la toga y el birrete bien puestos y la decisión de regresar la soberanía al Poder Judicial de la Federación.
Si de algo podemos estar seguros es que el Tirano hará lo que esté de su lado para someter a la Ministra Presidente Norma Piña, pero ya dio la primera muestra de lo que es capaz porque está en su papel de mantener la autonomía de la Corte antes que someterse a los dictados de quien piensa que es el dueño del aparato gubernamental y que puede ordenar a quien le venga en gana que haga lo que él le indica simplemente porque es el Presidente de la Republica, y eso no está en la mesa de la discusión, porque la autonomía de los Poderes de la Unión está en la letra Constitucional, esa que el mandatario se ha pasado por el arco del triunfo.
Que Andrés Manuel López Obrador no confíe en el Poder Judicial, es algo que le debe tener sin cuidado a sus integrantes, porque la letra constitucional señala muy bien cuáles son las atribuciones de cada uno de los Poderes de la Unión, y Norma Piña sabe muy bien hasta dónde puede llegar con las facultades Constitucionales que le resultan inherentes al encargo que ahora detenta. No es una simple ministra, es la presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y como tal no está sometido su encargo al sometimiento del Presidente de la República.
La primera recomendación del Presidente de la República es que Norma Piña tiene que limpiar de corrupción el Poder Judicial, pero también tendrá que censurar y poner en evidencia la corrupción, y castigarla cuando sea el momento en todos los ámbitos del Gobierno Mexicano, y hay mucha tela de donde cortar porque si alguien ha sido corrupto toda su vida, aunque siempre se asuma como el paladín de la pulcritud y la limpieza, es el propio Andres Manuel López Obrador, quien toda su vida gozó de dinero mal habido para alcanzar el poder.
Norma Piña es una ministra decente, y estoy seguro de que lo seguirá siendo pese a las presiones del inquilino de Palacio, porque tiene de su parte a la Constitución, esa norma fundamental hipotética que rige las relaciones entre los tres Poderes de la Unión, y la que señala las atribuciones de cada uno de Los Poderes de la Unión, y hasta ahora no existe en la letra Constitucional un apartado que señale que el Poder Judicial tenga que someterse al arbitrio del presidente de la República. Así que cada uno, en su lugar, cada cual con sus atribuciones Constitucionales. Así de simple la nueva realidad de este país, y así lo esperamos los mexicanos. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación.