Sin lugar a duda en este país hemos hecho realidad aquel adagio popular que señala: “Los Pueblos Tienen Los
Gobiernos que Merecen”. Y no se trata de denostar a quien ha sido denostado durante muchos años y quien seguirá siendo denostado porque ese es el principal elemento discursivo con el que cuenta para seguir manteniendo la tónica de ese pasado reciente al que acude todos los días para intentar justificar el desastre de gobierno que ha encabezado, y cuyos indicadores económicos apuntan a un brutal empobrecimiento de las clases bajas, porque ese es el principal elemento del proyecto populista: el hambre y la miseria como pretexto para culpar al pasado y al presente, y diferenciarnos entre conservadores y presuntos liberales.
Y es que Andres Manuel López Obrador tiene para dar y repartir porque nunca ha aceptado esa vulgar corrupción que siempre lo ha acompañado en toda su vida Pública. Pero ahora le dio por señalar a los Miembros del Partido Republicano del vecino del Norte como hipócritas y corruptos. Pero acudiendo a las definiciones del Diccionario de la Lengua, habrá que señalar que un hipócrita es alguien que finge una cualidad, sentimiento, virtud y opinión que no tiene. Un hipócrita es una persona que finge ser o sentir lo contrario de lo que es o siente.
Para decirlo más claro, la hipocresía de quien por ahora conduce los destinos de este país raya en lo absurdo, porque siempre etiqueta a los presuntos adversarios como tales mientras él disfruta de su propia hipocresía pretendiendo esconder los motivos reales de su comportamiento y la aspiración de concentrar en su persona todo el poder del Estado Mexicano sin que nadie ose oponerse a sus designios. Aquella frase que acuñó de ““no mentir, no robar, y no engañar al pueblo” ha sido su credo desde que alcanzó el poder.
Lo cierto es que su pasividad, o quizá una velada complicidad con los Carteles de la Droga, lo ha hecho abdicar de su responsabilidad de mantener al Estado Mexicano como el principal elemento de la cohabitabilidad de más de ciento veinte millones de mexicanos, a los que ha puesto a merced de la delincuencia organizada, porque hasta ahora la única verdad que tenemos los mexicanos, porque es evidente su complicidad, es que tiene y mantiene con ellos ligas fuertes y duraderas. Para decirlo más claro, su llegada al poder fue a través de los enormes flujos de dinero que siempre le dispensaron los distintos Carteles de la Delincuencia Organizada.
Para decirlo más claro, desde la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, el poder de la delincuencia organizada ha sido manifiesta, y eso le ha generado críticas muy duras por parte del Gobierno de Estados Unidos, aunque hasta ahora le ha importado un bledo lo que le dicen y señalan a través no tan solo de la prensa escrita y televisiva en el vecino del norte, sino también los mensajes que cada día salen de la Casa Blanca. Y desde luego que el ejercicio del poder aleja a quien lo ejerce de las distintas realidades que se presentan porque hasta ahora el poder en este país lo ha ejercido de forma omnimoda, es decir, de forma absoluta y total.
Si alguien ha tenido complicidades con la delincuencia organizada, es el propio Andrés Manuel López Obrador. Es más, información confidencial que se ha dado a conocer por el gobierno de Estados Unidos, lo señala como uno de los hombres más ligados a las bandas delincuenciales y al poder del narcotráfico. Ahora le dio por amenazar al país más poderoso del hemisferio y tildó a los Republicanos como corruptos, y de paso les dejo en claro que no permitirá el ingreso de fuerzas armadas extranjeras. El problema es que en menos de año y medio ya no será Presidente de la República, y si algo tienen los norteamericanos, es que no van a permitir una dictadura populista en su “patio trasero”, así de simple. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicac