Los Sinvergüenzas

Nos vendieron la cantaleta de la austeridad republicana, la moderación como credo, la pobreza como aspiración, y la

Cuarta Transformación como el mejor camino para alcanzar los ideales de una mejor nación en la que habría oportunidades para todos los mexicanos, y lo creímos a pie juntillas a pesar de esa serie de actos reprobables que desde el inicio de su periplo en la vida pública de este país protagonizó quien por ahora detenta el Poder Presidencial, y que ni siquiera ha cumplido algo de lo que tanto prometió.

Por desgracia muchos mexicanos han comenzado a añorar esos gobiernos a los que tanto epitetó de corruptos, ladrones, asesinos, ineficientes, y deleznables. Y lo digo con toda razón, porque he escuchado y platicado con infinidad de hombres y mujeres que mantuvieron su esperanza en las palabras que tanto utilizaba y prometía Andrés Manuel López Obrador, cuando alcanzara la Presidencia de la República, porque cambiarían las cosas y llegarían los tiempos de la Paz y El Progreso.

Hasta ahora La Paz que tanto nos prometieron solamente la han alcanzado aquellos que, por desgracia, ahora tienen que descansar en los diferentes sepulcros y panteones de este alicaído país. En el primer mes de este año, los homicidios dolosos fueron dos mil quinientos ochenta y dos, es decir un seis por ciento más que el año anterior. Lo peor de todo ello es que al parecer los mexicanos nos hemos acostumbrado a cohabitar con la delincuencia organizada que hasta ahora sigue siendo respaldada por el presidente De la Republica.

Es más, nunca antes habíamos estado tan sorprendidos como ahora, porque los principales líderes y emisarios de las distintas bandas del crimen organizado que tienen y mantienen asolado al país tienen “picaporte” en Palacio Nacional, lo que habla de que por mucho que pretendamos hacernos de la vista gorda, tenemos que aceptar que el crimen organizado visita a quien por ahora es el Primer Mandatario, y lo hace con mucha frecuencia. Y esto es algo que nunca antes habíamos padecido, porque si bien se toleraba, los pactos se cumplían y evitaban los baños de sangre.

Hoy más que nunca la sangre de los mexicanos ha sido regada por todos los rincones del territorio nacional, porque los propios mandos del otrora Glorioso Ejército Mexicano ahora están al servicio de la criminalidad porque así lo ha determinado el inquilino de Palacio Nacional. Nunca pensé que algún día perdería el respeto que siempre le he manifestado a los integrantes de las fuerzas militares, pero mi respeto siempre seguirá vigente con los Heroicos Soldados y miembros de la Marina Armada, porque los altos mandos lo único que merecen es el repudio.

Nunca antes un titular de la Secretaria de la Defensa Nacional perdió la vergüenza. Ahora lo observamos gastando a manos llenas en un viaje familiar por el viejo Continente, alojando a toda la familia y sirvientes en los hoteles más lujosos, sin importarle lo que los mexicanos pensemos y digamos, porque ya perdieron los pudores y el cinismo se ha vuelto credo, como lo ha enseñado durante tantos años quien ahora detenta la Presidencia de la República. Muchos dirán que eso es un exceso, pero desde esta tribuna señalaré que eso que están haciendo ““NO TIENE MADRE”, así de simple. Al tiempo.

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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación.