El maestro de la mendicidad

En una comparecencia en la que el presidente de la República, Andres Manuel Lopez Obrador, tomó la palabra ante los

miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, señaló: “Señoras y Señores Magistrados, así como al resto del Poder Judicial, a los legisladores y a todos los integrantes de las entidades autónomas del Estado, que no habré de entrometerme de manera alguna, en las resoluciones que únicamente a ustedes competen, en el nuevo gobierno, el presidente de la República no tendrá, palomas mensajeras ni halcones amenazantes”.

“Ninguna autoridad encargada de impartir justicia, será objeto de presiones, ni de peticiones ilegítimas cuando esté trabajando en el análisis, elaboración o ejecución de sus dictámenes, y habrá absoluto respeto por sus veredictos. El Ejecutivo no será más el poder de los poderes, ni buscará someter a otros poderes”. Así comenzó una de las partes más importantes del proyecto populista para alzarse con la confianza de los ciudadanos, para después asestar la puñalada trapera a todos los mexicanos.”

Más de ochenta mil mentiras desde que alcanzó el poder no es una cifra cualquiera. Tener esa capacidad para hacerlo, y que le sigan creyendo es inaudito. Y lo digo porque sin lugar a duda el presidente de la Republica sigue teniendo un enorme caudal de mexicanos que todavía le siguen creyendo a pie juntillas todo lo que dice o señala, lo que promete y lo que no cumple. Nunca en la vida pública de este país, desde que tengo memoria, había tenido la oportunidad de observar a un mandatario sobre dotado, porque sin duda alguna lo es, pero prefirió orientar sus enormes y potenciales capacidades para la destrucción.

Y desde luego que ese camino lo ha llevado del otro lado de ese bienestar que tanto pregona, porque hasta ahora sus mayores acciones han sido producto de esa capacidad de inventiva para causar el mal. Y desconozco si lo hace con plena conciencia, pero tendrán que ser los especialistas de la psique quienes determinen el porqué de orientar sus acciones hacia la maldad cuando pudo haberse convertido en uno de los mejores mandatarios de la historia patria. Sin lugar a duda, el sitial que tendrá y mantendrá en las páginas de la historia de este país, no es el que piensa, por muchos adeptos que tenga.

Si algo nos tiene que quedar claro es que Andres Manuel Lopez Obrador ha sido un mandatario, que no gobernante, distinto en saberes y deberes, pero la mayor parte de sus decisiones siempre estarán encaminadas a controvertir a sus malquerientes, y para decirlo claramente, son muchos. De ahí que sus desplantes verbales siempre los ha encaminado a la confrontación de las distintas clases sociales, porque la armonización no es lo suyo, para el vale más la simple destrucción del éxito, para que todos nos midamos en el rasero de la mediocridad, antes que pensar en el éxito de la mayor parte de los mexicanos.

Pero como dicen por ahí, no hay mal que dure cien años, y este será solamente de seis. Pero también es preciso señalar que los mexicanos no somos tontos, y la mayoría sabemos distinguir muy claramente lo que significa el bien y lo que es el mal, y hasta ahora la mayoría seguiremos prefiriendo caminar por el sendero del bien, como siempre lo hemos hecho cuando de caminar unidos se trata. El presidente de la Republica tiene menos de año y medio para seguir destruyendo al país, pero Mexico es más grande que la capacidad destructiva de Andres Manuel Lopez Obrador. Así de simple. Al tiempo.

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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación.