Sin lugar a duda, después de los resultados electorales del reciente fin de semana, existe una nueva fuerza hegemónica
política que ha permitido avasallar a uno de los grupos políticos más cohesionados y con mayor poder económico de este país, que azorado visualizó el derrumbe del mito del afamado Grupo Atlacomulco. Bien dicen los especialistas que una vez caída una de las principales fuerzas políticas de cualquier latitud, habrá una que la supla de inmediato, y eso es lo que ocurrió el pasado fin de semana.
Los que no han querido entender lo ocurrido el pasado fin de semana, no es más que el reciclamiento de la historia reciente de este país. El Grupo Atlacomulco, cuyo mito fue derrumbado por la llamada Cuarta Transformación, será uno de los episodios que registrará la historia reciente y quedará como un recuerdo placentero para unos y amargo para otros. Pero ese es el destino que la historia marcará como él antes y el después, porque la dinámica de los tiempos es efímera en materia política.
La historia de este país se encierra en la historia de un solo hombre. Miguel Hidalgo y Costilla inició la llama de la guerra por la independencia. Y quien la concluyó fue un Caudillo que después se transformaría en Emperador, y se llamaba Agustín Cosme Damian de Iturbide y Aramburu. Quienes lo victimaron fueron los mismos hombres que encabezo para alcanzar la erradicación colonialista que durante siglos ejerció la España Virreinal.
Durante la etapa conocida como La Reforma, un solo hombre enfrentó los agobios de llevar sobre sus hombros la legitimidad del gobierno de un país que supo enfrentarse a uno de los ejércitos más preparados de su tiempo, y que obtuvo un enorme sitial en la historia. Se llamó Benito Juárez Garcia. Quienes trajeron a un Emperador para gobernar a quienes se consideraban ingobernables, lo fusilaron en el Cerro de las Campanas en Queretaro, así como a dos valientes soldados que lo acompañaron. Así de simple la historia de Maximiliano de Habsburgo, Miguel Miramón y Tomas Mejia, lo que marco el fin del Segundo Imperio Mexicano.
Después vendría el tiempo conocido como la Revolución Mexicana, donde todos se enfrentaron a todos, y fue una etapa donde la vida no valía absolutamente nada, porque por cualquier motivo se ejecutaban unos a otros. Y vaya que hubo sangre a raudales, porque todos estaban preparados para matar o morir. Fue la era de los hombres de a caballo, con pistolas al cinto y rifles de repetición que provenían del vecino del norte. Se dice que murieron más de un millón de mexicanos en esos diez años.
Así se formó y conformó un sistema político que tuvo protagonistas importantes, hombres de su tiempo, que después fueron defenestrados. El resultado de esa etapa conocida como La Revolución Mexicana, que hasta ahora se ha mantenido como sistema político, ha sido suplida por una llamada Cuarta Transformación de la vida Pública. Y como siempre ha ocurrido, también tiene un líder o Caudillo, como prefiere que le llamen, porque si de algo tendrá orgullo es de haber logrado el derrumbamiento de un sistema corrupto, para suplirlo por otro sistema corrupto, que hasta ahora no tiene rumbo ni dirección, pero ahí está nuevamente reciclado el país de un solo hombre. El problema es que este hombre está al borde de convertirse en un tirano. Ya veremos el sitial que construirá en su paso por la historia. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación.