De acuerdo a los registros históricos que los mexicanos hemos estudiado de este país, y de cualquier otro país,
siempre existirán etapas en las que las ambiciones están por encima de la razón y de las convicciones. Y eso le ha ocurrido a Andrés Manuel López Obrador, quien abandonó la convicción para abanderar la corrupción.
En este sistema político, en el que vivimos y habitamos, podemos señalar y advertir que cualquier manifestación de poder siempre tiene un costo, bueno o malo, pero lo pagamos quienes en uso de nuestros derechos nos sometemos a las oprobiosas prácticas de quienes tienen y mantienen sus irrefrenables deseos de alcanzar el poder, y que al cabo del tiempo terminan convirtiéndose en los mismos hombres y mujeres que nunca tuvieron principios.
En estos momentos de agobio en que hemos caído los mexicanos de todas las latitudes, a causa de la perniciosa destrucción a la que ha llegado el inquilino de Palacio Nacional, quien desde su apoltronado trono ha decidido quitarse la careta porque que ahora los líderes de las bandas del crimen organizado serán los principales operadores del sometimiento de los mexicanos, porque los miembros del ejército y la marina estarán ocupados haciendo carreteras y los negocios que determine o cederles el habitante de Palacio Nacional.
Que grave que el Presidente de la Republica haya considerado y determinado que sean los miembros de la delincuencia organizada quienes se encarguen del manejo de la seguridad pública en todos los estados del país. Y lo peor es que con ello se incluye la posibilidad de ultimar o victimar a quienes se opongan a los designios de los ejércitos de hombres y mujeres que integran esa delincuencia organizada.
Hasta ahora el estado de Guerrero ha sido el laboratorio de la nueva estrategia de sometimiento que se está ensayando en diversas partes del país, porque así lo ha mandatado el Presidente de la Republica, quien con el mayor cinismo ha indicado a gobernadores y mandatarios municipales, para que lo más pronto posible y con la urgencia del caso, se trasladen los mandos policiales al crimen organizado.
Lo peor de todo es que los altos mandos militares del Ejército Mexicano y de la Marina Armada de México, han venido supliendo a esas policías, pero también han estado cohabitando en diversas regiones con las bandas crimínales, y que hasta ahora han encontrado la facilidad de dejar que las leyes se queden inoperables, con la finalidad de que entremos en una normalidad en la que nos acostumbremos a someternos a la ley del mas fuerte, que hasta ahora es la del crimen organizado. Pobre país. Al tiempo.
This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación.