Sin lugar a dudas el presidente de la Republica es un sujeto maligno, perverso, pero, sobre todo, un ser que odia lo
que no puede controlar, lo que no puede dominar, y lo que no puede vulnerar. Hasta ahora el señor Andrés Manuel López Obrador es sin lugar a dudas el mayor enemigo que tiene esta nación, y lo seguirá siendo hasta en tanto los mexicanos tomemos la decisión de enviarlo de nueva cuenta a “la Chingada”.
Los cuatro tipos de maldad que se dan en la estructura misma de la realidad son: el maleficio, la malicia, la malignidad, y la maldad. El maleficio no es otra cosa que un conjunto de brebajes, remedios, fórmulas y acciones de magia o hechicería que se dan, se dicen o se realizan, para causar un grave daño. Quizá el atole con el dedo no se encuadre en esta circunstancia, pero es lo que se ha venido practicando durante el actual gobierno.
Por lo que respecta a la malicia, no es otra cosa que la intención encubierta con que se dice o hace una cosa para beneficiarse en algo o perjudicar a alguien. Pero también es la principal cualidad de una persona que habla o actúa de manera encubierta para beneficiarse o perjudicar a alguien, y eso es lo que el presidente de la Republica ha mostrado y demostrado que ha hecho todos los días desde su llegada al Poder Presidencial.
Por lo que corresponde a la malignidad, no es otra cosa más que una cualidad de la persona que realiza diversos actos con la finalidad de causar daño a través de la maldad o la perversidad de sus actos. Pero también habrá que señalar que la perfidia no es otra cosa que la deslealtad o la maldad extrema, aún con hechos de sangre, y en lo que va del mandato de Andrés Manuel López Obrador han ocurrido ciento dieciocho mil ciento noventa y dos homicidios dolosos, y tres mil cuatrocientos sesenta y tres feminicidios.
Por lo que corresponde a la perversión, no es otra cosa que la adquisición de un serie de vicios y costumbres que pueden ser fácilmente reprochables por el entorno, tanto social como familiar, y no es que se trate de ensuciar el prestigio de los hijos del Presidente de la República, porque ya lo tienen bastante sucio desde que decidieron convertirse en ladrones de altos vuelos al extorsionar a los líderes petroleros con treinta y cinco millones de dólares, y un avión que el vulgo ha denominado el avión del amor.
Y la maldad no es otra cosa que se atribuye a causar un mal. Pero también habrá que señalar que una acción que se realiza con maldad busca generar un perjuicio, y al menos quien lo ejecuta no tiene ni una pizca de piedad y por consecuencia no le interesan los probables daños por más negativos que sean. Por desgracia la familia presidencial está cargada de malignidad y perversión, así de simple. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Setién. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación.