Sin lugar a dudas el presidente de la Republica es un hombre singular, al que le gusta hacer daño a los demás, pero
que repara cual brioso corcel en sus mañaneras cuando alguien le llama a las cosas por su nombre. Para decirlo más claro, Andrés Manuel López Obrador es un sujeto al que le encanta señalar a los demás, pero que pierde el decoro cuando no le gustan los señalamientos de lo que hace, o los reclamos que muchos hacemos hacia su persona. Si algo debe quedar en claro es que quienes escribimos, o hacemos señalamientos públicos a través de los medios de comunicación, es porque en este país la libertad de pensamiento, y por consecuencia la libertad de expresión, es una garantía que señala la Constitución Política de los Estados Mexicanos, y que los periodistas de este país seguiremos utilizando como contrapeso a las mentiras que se señalan desde el púlpito mañanero.
Al presidente de la Republica le gusta pontificar a través de sus ensayadas frases, porque si algo tiene, es que su mitomanía es brutalmente ofensiva al entendimiento de la mayor parte de los mexicanos, y de paso aprovecha para criticar a quienes no pensamos como él. Y por si no lo sabe, la libertad de pensamiento y la libertad de expresión son los máximos baluartes para quienes hacemos tareas periodísticas.
El presidente se escuda siempre en su estúpido y vulgar sarcasmo cuando utiliza la máxima tribuna del país, para referirse a sus presuntos adversarios, sin entender que, insisto, la libertad de expresión es una garantía Constitucional de la que gozamos todos los mexicanos. Y vaya que los periodistas la hemos venido utilizando como una respuesta hacia su mitomanía, y sus desplantes de pensar que siempre tiene la razón.
El Inquilino de Palacio Nacional se solaza denunciando a los demás, pero le duele que nosotros los periodistas, realicemos el análisis de la circunstancia que está viviendo este aún maravilloso país, al que pretende mantener sometido con su verborrea simplemente porque es el dueño del micrófono. Pero a quienes utilizamos la libertad de expresión como contrapeso del poder, nunca podrá silenciarnos, porque es un derecho Constitucional.
El señor presidente puede decir misa, o lo que le venga en gana, pero nunca, pese a que muchos de nosotros nos sacaron de los medios en que trabajamos durante una enorme cantidad de años, podrá silenciarnos. Y cada vez que siga utilizando sus desplantes totalitarios, nosotros seguiremos haciendo uso de la palabra y de la Libertad de Expresión. Así como lo dice el mismo en la mañanera, los periodistas no estamos de adorno, y seguiremos construyendo esa conciencia ciudadana acerca del grave fracaso a que nos ha llevado como país. Por cierto, el daño a su investidura lo provoca el mismo. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septién. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación. Al tiempo.