Sin lugar a dudas el gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador está en una severa crisis de funcionalidad
y por desgracia no se ha dado cuenta. Pero también cabe la posibilidad de que esté en uno de esos momentos en que le da por cambiar el rumbo de sus decisiones para tratar de seguir impulsando a las instituciones hacia el proyecto del fenómeno populista que hasta ahora se ha enquistado en la mayor parte de las democracias del hemisferio. La tragedia de Acapulco muestra y demuestra de que está hecho el Gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador, y no es otra cosa que la mentira como credo, y el hurto de los caudales públicos por sistema. Y esa circunstancia es la mayor desgracia que le puede ocurrir a cualquier nación, y por mucho que la sociedad pretenda resistir los embates del populismo, el inmenso poder sin contrapesos que ejerce el presidente se ha convertido en una de los mayores flagelos de nuestra historia.
Nuestra realidad es lamentable, y no se avizora que en el corto plazo las cosas puedan cambiar, porque Andrés Manuel López Obrador seguirá impulsando el manual del populismo que hasta ahora ha dado desastrosos resultados en el hemisferio, porque de lo que se trata es de destruir para controlar. Esa es la gran desgracia de este país, y poco faltará para que esa destrucción comience a carcomer la precariedad en que están la mayor parte de los mexicanos.
El Gobierno como tal ha desaparecido, porque ahora es la delincuencia organizada quien determina el rumbo de la mayor parte de los mexicanos, y por desgracia para los mexicanos solamente tenemos una oportunidad para enmendar el camino, y desde las esferas del poder se realizarán todo tipo de eventos con tal de deshacer la oportunidad de que una mujer como Xóchitl Gálvez alcance la mayoría de los votos.
Si los mexicanos, de todas las latitudes de este país, no entienden que el flagelo de la destrucción de nuestras instituciones es el principal camino para la instauración de una dictadura, quiere decir que nosotros mismos seremos culpables de encaminarnos hacia un gobierno en el que el hambre y la pobreza será el sello distintivo de nuestro inminente destino, porque López Obrador no cejará en ese propósito.
Aquel que se señalaba a sí mismo como un demócrata, no es más que uno más de los autócratas que por desgracia han destrozado a la mayor parte de las naciones del hemisferio. El México que hemos construido durante tanto tiempo y esfuerzo, está al borde de caer en las garras de una presunta dictadura populista y salvaje de la que no podremos deshacernos en los siguientes años. Pero también es preciso puntualizar, que la mayor parte de los mexicanos tenemos que mantener vivo el ideal de nuestra democracia. Así de simple. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación. Al tiempo.