Sin lugar a dudas el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha sido uno de los más corruptos de la historia de este
país. Y se aprovecha de esa base de adeptos que aún mantiene para seguir cometiendo sus pillerías, esas que siempre acostumbro y que poco le importaba que lo supiéramos los mexicanos. Para decirlo más claro, sus últimos nombramientos responden a circunstancias excepcionales, porque de lo que se trata es que los mexicanos aceptemos como algo habitual los actos de corrupción.
Nunca dejare de señalar que el hombre más corrupto de la historia de este País ha sido Andrés Manuel López Obrador, y lo digo y lo sostengo porque ha dejado a los mandatarios anteriores como blancas palomas ante la voracidad de él y de sus hijos, además de la mayor parte de los hombres y mujeres que lo acompañan en construir la negra historia del régimen obradorista.
Y desde luego que no pretendo adelantarme de mis compañeros periodistas, porque cada quien tendrá que relatar “como le fue en la feria,” y pondrá sobre la mesa de las discusiones todo aquello que más adelante nos corresponderá seguir discutiendo, porque la historia no deja de ser el principal alimento de una sociedad como la nuestra que hasta ahora espera conocer más a fondo las causas del fracaso de la mal llamada Cuarta Transformación.
Si de algo podemos tener la certeza es que el mandato de Andrés Manuel López Obrador ha sido uno de los más corruptos de la historia de este país, con el aderezo de que también ha sido uno de los gobiernos más tiránicos, y donde los medios de comunicación han sido silenciados para intentar escribir una historia acorde a los intereses históricos que pretende heredar el inquilino de Palacio Nacional. Pero las evidencias del autoritarismo propio de un sujeto que piensa que todo lo merece, tendrá una respuesta en las páginas de la historia por los hechos de corrupción que ha protagonizado, y la mendicidad de atentar contra la libertad de expresión.
Aquellos que hemos sido defenestrados en el púlpito palaciego, reanudaremos nuestras labores para dejar en claro que la historia de la mal llamada Cuarta Transformación ha sido una de las etapas más negras para la libertad de expresión. No hay mal que dure cien años ni pueblo que los aguante, señala un refrán popular, y lo previsible es que el inquilino de Palacio opte por alejarse del país ante la andanada de improperios que los mexicanos de todas las latitudes le pueden decir cuando tengan la oportunidad de encararlo, y reclamar la serie de excesos que ha cometido en contra no tan solo de la libertad de expresión, sino de la propia viabilidad de nuestra sociedad.
Los millones de pobres siguen y seguirán siendo pobres, los programas sociales para lo único que han servido es para esconder los grandes hurtos de los caudales públicos. La retahíla de quejas contra quienes pensamos distinto, y que no nos sujetamos a ese pensamiento único que pretende imponernos, se convertirán en análisis de la circunstancia que hemos vivido en estos cinco años. La historia lo juzgará, y puede tener la seguridad de que será altamente severa. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación. Al tiempo.