Manufestación antitaurina

La llamada “Fiesta Brava” ha sido hasta ahora una de las manifestaciones culturales en las que se realizan con mayor

emotividad los modelos de género y estereotipo como el hombre valiente y viril, además de seductor, que tiene a su lado a las mujeres más bellas, frágiles y sumisas, a partir de las representaciones simbólicas con ese espectáculo de la lucha cuerpo a cierto entre el hombre y la bestia.

Hasta ahora ese tipo de espectáculos llamados “corridas de toros”, han sido el estereotipo de la lucha por la vida entre un hombre y una bestia, que se enfrentan cada cual con sus propias armas, el animal pretendiendo enterar la cornamenta en el ser humano, y del otro lado haciendo que el toro se canse para que todos los asistentes disfruten de la forma en que el animal es sacrificado a través de una estocada que le perfora los pulmones y otros órganos.

Hasta ahora se conoce como antitaurimaquia el activismo que se opone a la utilización de todos en espectáculos o festejos. Y ese activismo que se ha venido desarrollando durante los últimos años, ha logrado crecer al grado de que en muchos lugares se han dejado de realizar las afamadas corridas de toros, a causa del sufrimiento del animal ante la estocadas para matarlos por asfixia con su propia sangre.

Por lo pronto habrá que señalar que en España, concretamente en Canarias y Cataluña, existen leyes autonómicas que prohíben las corridas de toros. Pero aún existen personas que gozan con el sufrimiento del animal simplemente porque se le considera una bestia que hace daño a los matadores, cuando lo único que podemos decir los que alguna vez tuvimos la maravillosa oportunidad de alternar con este tipo de animales a través del arado para realizar la siembra.

Mucho cuidábamos a nuestro toros, bueyes, caballos y jumentos, porque eran necesarios para la producción de lo que sembrábamos para tener un fuente de comida. Y hablo de los años sesenta en que no era fácil adquirir un tractor que supliera a los bueyes, y teníamos que abrir los surcos a través del arado que impulsaban los bueyes y que controlábamos aquellos que podíamos producir los surcos para la siembra.

En lo personal estoy en contra de cualquier sufrimiento que pueda padecer cualquier animal que se utilice para el trabajo duro y dedicado al campo, cuando ahora ya se ha logrado tecnificar los modelos de producción alimenticia. Nunca antes había escuchado tantos reclamos por la forma en que se explotan aún muchos animales en el campo, porque además del cansancio, sufren cuando las riendas les jalan las argollas.

Ahí están ahora los tractores, y con suma facilidad pueden realizar el trabajo de manera rápida y sin que se tengan que forzar a otros seres vivos para que podamos ser productores de alimentos. Los tiempos han cambiado, y nos hemos adaptado a esos cambios que por fortuna han venido recuperando la viabilidad humana, y dejando de lado las prácticas lesivas que atentaban con la vida misma de las llamadas “bestias”. Al tiempo.

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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septién. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación. Al tiempo.