La permisibilidad con la que cuentan las distintas expresiones de la delincuencia organizada, es una lacerante realidad
para este país, porque cada día que pasa sus habitantes observamos azorados la forma en que se asalta, se roba, y se asesina de manera inmisericorde. Nunca antes vivimos una circunstancia tan lamentable en los gobiernos anteriores, y pareciera que esa criminalidad a la que muchos nos hemos referido, cuenta con la venia del inquilino de Palacio Nacional.
Para decirlo más claro, aquellos que han estado en Palacio Nacional, y que operan las bandas criminales, para seguir robando, asesinando, cuentan con la protección del presidente de la Republica, cuando su principal función establecida en materia de seguridad pública, como se asienta en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, es la defensa y protección de la vida.
Hoy por desgracia, para Andrés Manuel López Obrador la vida de los mexicanos no vale nada, porque está del lado de los delincuentes y no en la defensa de la vida y el patrimonio de los hombres y mujeres de todas las regiones de este maravilloso país, que por desgracia hemos tenido que soportar el peor gobierno que hayamos elegido, y que por desgracia está más cerca de los criminales que de los hombres y mujeres que nos afanamos por trabajar para tener y mantener mejores condiciones de vida.
La principal condición para vivir bien en este país, es hacer frente a los grupos delincuenciales, esos que ni siquiera con el petado de una denuncia los molesta el inquilino de Palacio Nacional. Lo que no ha entendido el habitante de Palacio es que una vez que deje el encargo presidencial, más le valdría salir del país porque donde quiera que vaya lo van a increpar, abuchear, y estoy seguro que muchos le reclamarán por el daño que ha causado a todos los mexicanos.
Resulta inconcebible que después de observar la forma en que los hijos presidenciales se encargan de que sus amigos realicen negocios con el Tren Maya, también se burlen por la posibilidad de que exista un descarrilamiento. La mendicidad del presidente López Obrador es brutal, pero la corrupción de sus hijos no tan solo pone en peligro la vida de quienes se aventuren a subirse al Tren Maya, porque saben que el balastro no es el adecuado.
De ahí la sorna entre los amigos de Andy, quienes señalan entre risas, que ellos ya no estarán cuando el tren se descarrile. ¿De verdad entenderá el presidente de la Republica que este es un país de leyes? Porque en menos de seis meses se irá, y los delitos que hayan cometido sus hijos, y el mismo, no prescribirán al menos en diez años. Y eso quiere decir que pueden pasar muchos años en la cárcel. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septién. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación. Al tiempo.