Sin lugar a dudas los años venideros tendremos que acostumbrarnos a una circunstancia que por desgracia pensamos
que se quedaría en el pasado. Pero como dicen por ahí, de pronto el pasado se puede convertir en presente con todas sus consecuencias, y es cuando los pueblos se equivocan las consecuencias se antojan desastrozas. Recordemos lo ocurrido con Jose López Portillo y su desplante de llorar en la máxima tribuna del país.
Pero también hay que señalar que ha sido una decisión mayoritaria de los mexicanos de todas las latitudes, y esa circunstancia se presenta normalmente ante el hastío por los desatinos de quienes conducen al país. Por desgracia somos un pueblo de memoria muy corta, y quienes somos sesentones sabemos que en el pasado reciente el populismo rampante de José López Portillo hizo un tremendo daño que dejó sin dinero las arcas públicas.
He vivido muchos años en este México que nos han arrebatado de la noche a la mañana, y como muchos mexicanos más, lamento profundamente lo ocurrido. El país tendrá un rumbo distinto al que nos hemos acostumbrado durante muchas décadas, pero el tiempo siempre cura las heridas y sigue extendiendo su mando en los acontecimientos que ocurren en eso que llamamos el género de la humanidad.
Cuando los pueblos se dejan engañar las consecuencias son desastrozas sin lugar a dudas, y el engaño de este pueblo ha salido a relucir. Quizá los mexicanos hayamos sido los artífices del destino que ahora estamos visualizando, pero los únicos culpables de nuestra miserable condición somos nosotros mismos. Al tiempo habremos de reconocer que nos equivocamos cuando nos ofrecieron El Oro y el moro, pero calladamente nos quedamos en silencio.
La pregunta que me hago es, si quienes durante muchos años hemos sido capaces de plasmar en las letras las alertas que muchas veces observamos y señalamos enfáticamente, ¿también tenemos la culpa por haber sido indiferentes para seguir alertando a los mexicanos? Quienes hacemos periodismo tenemos una visión distinta, y aunque muchas veces nos extralimitamos, seguimos manteniendo esa cualidad de predecir los posibles acontecimientos.
México es un pueblo noble, pero mal informado, y eso quiere decir que sus ciudadanos no van y ven más allá de lo que observamos quienes hacemos periodismo. Nadie puede ni podrá señalarnos por no haber alertado lo que ocurriría, porque los asentamos todos los días en nuestras colaboraciones. Pero como dicen por ahí, cuando la perra es brava, hasta a los de casa muerden. Así de simple. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septién. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.