HEREDEROS DE PIEL DELGADA

 
Si de algo podemos estar seguros es que Nicolás Maduro no es como Hugo Chávez. No se le parece ni “tantito” como se dice en el argot popular. Y no es que le falten méritos para colocarse al frente del gobierno, simplemente es que no tiene ni los alcances intelectuales ni la decisión y osadía que caracterizaron al fallecido líder de las izquierdas en el Continente. Por mucho que intente parecerse a quien lo encumbró y lo nombró sucesor, nunca segundas partes fueron buenas, y esta no será la excepción. Más le valiera ir pensando la forma en que amainará las querencias de muchos sectores poblacionales con el ahora héroe popular.
 
Muy temprano Nicolás Maduro comenzó a marcar su distancia de los países a los que considera enemigos naturales, y aprovechando el momento el Gobierno Venezolano envió una protesta contundente y categórica al gobierno canadiense a causa de una declaración del Primer Ministro Stephen Harper, quien afirmó: “en esta coyuntura clave, espero que el pueblo de Venezuela pueda ahora crear para sí mismo un futuro mejor basado en los principios de la libertad, la democracia y el imperio de la ley y los derechos humanos”.
 
Venezuela es el segundo o tercer país con mayor producción petrolera en el mundo, y se dice que sus reservas le alcanzarán para mantener su ritmo de explotación durante los siguientes trescientos años. “El Heredero” designado por Hugo Chávez tiene que comenzar a pensar la forma en que convencerá a los venezolanos que tiene los tamaños para convertirse en su nuevo líder, y en el principal impulsor de la “Revolución Bolivariana” en el resto del Continente, claro está, con el riesgo que le significará que un día el “Stablishment” norteamericano amanezca con el virus del intervencionismo muy alto, y decidan tomar justicia por su propia mano. En eso también tiene que pensar, porque insisto, no es lo mismo Hugo Chávez que Nicolás Maduro.
La sagacidad y osadía del primero nunca ha sido la identidad del segundo, de ahí que tenga que pensar en labrarse una personalidad propia antes que permitir que Chávez regrese de la tumba para colocarse al frente de la inconformidad, cuando muchos lo combatan en su nombre. Cuando haga eso no faltará quien lo acuse de traicionar al “Chavismo”, pero tendrá que asumir el riesgo si no quiere verse desplazado incluso por aquellos a quienes considera sus amigos y camaradas. Esa piel delgada de Nicolás Maduro tendrá que convertirse en una piel dura si quiere conservar el poder. Chávez edificó de esa forma su imperio desde lo local hacia lo internacional. Los propios aliados le exigirán el cumplimiento y quizá el aumento de los apoyos para mantener la alianza continental Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.