Son representantes populares, lo que quiere decir que nos representan a los ciudadanos. Pero por el simple hecho de ser Senadores también representan a los Estados en lo que se supone es la tribuna más alta del país y la expresión más pura del federalismo mexicano. Ellos son los prohombres y promujeres que discuten los asuntos más delicados de la nación, aunque muchos y muchas de ellos y ellas no son más que simples ciudadanos encumbrados que aprovechan muy bien el momento y en seis años se quieren comer el mundo, o para decirlo de otra forma y más rotundamente, lo primero que buscan es asegurar el bienestar de ellos y sus familiares más cercanos. Claro esta que la ley se la pasan por el arco el triunfo, pues para eso son poderosos senadores que todo lo pueden y lo que no también.
Pero hay que decir que los senadores de ahora son iguales que los senadores de antaño. Tienen las mismas mañas que aquellos, nada más que aquellos eran vistos con respeto y ahora cualquiera le falta el respeto a los senadores porque algunos son ejemplares que no merecen ni pizca de eso. Uno de ellos es el señor Salvador Vega Casillas, quien cuando era Secretario de la Función Pública encubrió a su esposa Gladys López, quien andaba extorsionando gasolineros según ella para las campañas del PAN. Para decirlo de otra forma, si Salvador Vega Casillas no esta en la cárcel es porque su amigo Felipe Calderón lo mando al Senado para que tuviera fuero y librarlo así de todas las tranzas que encubrió cuando era el que debía castigarlas.
Pero eso no quiere decir que Salvador Vega Casillas sea el más cínico del Senado, porque hay otros ejemplares que han aprovechado el cargo para contratar a sus familiares como sí supieran mucho de procesos legislativos. Por principio de cuentas habrá que decir que la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos establece claramente la prohibición de contratar a parientes por afinidad o consanguinidad hasta el cuarto grado, y que hacerlo significa una clara violación de la ley. Pero como he dicho en líneas anteriores, para ellos no existen las leyes ni los impedimentos legales, y mucho menos el pudor. Por eso hacen lo que quieren, porque son poderosos y cínicos. Unos más que otros, pero cínicos al fin.
La improductiva Layda Sansores tiene quince elementos que le ayudan a no hacer nada y a pegar gritos destemplados cuando no juega con su IPad. El que sigue siendo Presidente del Senado, Ernesto Cordero se gasta la nada despreciable suma de dos millones cuatrocientos mil pesos cada mes con cargo al bolsillo de los mexicanos, y su más conspicuo colaborador es el hermano de la esposa del señor Felipe Calderón, Juan Ignacio Zavala, y de ribete también empleó a su hijo. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.