Sin lugar a dudas fue planeada como una policía de excelencia que vendría a sacar al país de los agobios provocados por el crimen organizado. Supongo que la intención del señor Genaro García Luna era la mejor, aunque la pervirtió con sus métodos para justificar en el papel los resultados que tanta falta le hacían al Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, después de haber declarado la guerra a la criminalidad con el Operativo Michoacán iniciado el 11 de diciembre del 2006.
Fueron muchos los inocentes que resultaron apresados porque estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado, y que ahora pululan como muertos en vida en los penales de alta seguridad con la desesperanza de saberse condenados sin haber cometido delito alguno.
Son muchos los casos que he reseñado a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, aunque para su desgracia, al agotar las instancias legales las condenas fueron ratificadas y tendrán que cumplirlas y quién sabe si sobrevivan a ese infierno para contarlo. El único recurso que les queda es el indulto presidencial, pero no creo que exista alguien que se atreva a proponerlo entre las altas autoridades del país porque sería tanto como aceptar que el Estado Mexicano pervirtió sus métodos de combate a los criminales con las mismas prácticas de aquellos. Esos pobres hombres terminarán padeciendo el infierno en vida, y sus familiares ese estigma social a causa de las incriminaciones que les hicieron.
Genaro García Luna está viviendo en Estados Unidos plácidamente y de los muchos millones mal habidos que acumuló al pasar de ser el mejor policía mexicano a convertirse en el principal capo del crimen organizado oficial. Su herencia son elementos como los trece Policías Federales detenidos en Acapulco, quienes aprovechando su cargo y en la más completa impunidad hicieron del secuestro una industria que les redituó considerables ganancias. Seguramente tomaron el ejemplo de sus jefes, porque también hay que decir que catorce de los más altos funcionarios de la entonces Secretaría de Seguridad Pública Federal, y colaboradores cercanos a Genaro García Luna, fueron aprehendidos y purgan diversas sentencias por sus vínculos con la criminalidad.
Es inconcebible que la criminalidad haya sido combatida por verdaderos criminales organizados desde las más altas estructuras gubernamentales, que se coaligaron para delinquir y para incriminar a inocentes buscando justificar en las cifras el fracaso de la política anticrimen del Estado Mexicano. Desconozco cuál haya sido el motivo por el que Felipe Calderón convirtió a Genaro García Luna en el más poderoso de los funcionarios de su sexenio, pero también debo señalar responsablemente que no todo es podredumbre en la Policía Federal Preventiva, y que existen elementos que verdaderamente arriesgan su vida por este país con tal de construir un mundo mejor para sus propios familiares. No todo es malo, y si esos trece elementos fallaron a su juramento y se convirtieron en delincuentes, tendrán que pagarlo. Ojalá algún día exista voluntad para que Genaro García Luna también pague por todos los delitos que cometió. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.