Javier Sicilia es un hombre al que muchos consideramos honesto, aunque quizá eso no resulte suficiente como para que la congruencia sea también una parte importante de su identidad pública. Es poeta y escritor, y aunque sus principales colaboraciones han sido conocidas por los mexicanos a través de la Revista Proceso, también es un hombre que ha padecido en carne propia los estragos que en muchos mexicanos ha provocado la criminalidad.
Sicilia perdió un hijo, y lo perdió de la forma más dolorosa que puede ocurrirle a un padre. Lo mataron, lo victimaron criminales para los cuales la vida ajena tiene muy poco aprecio. Javier Sicilia y los familiares de esos siete jóvenes que fueron secuestrados y muertos han sufrido en carne propia lo que sufren muchos mexicanos en todas las latitudes del territorio patrio.
Javier Sicilia inició una lucha para la cual no estaba preparado. Para hacer poesía y para escribir se requiere de mucha sensibilidad, mucha entrega y disposición, muchas ganas de decirle a la gente cosas que despierten en ellos las pasiones propias del género humano. Javier Sicilia tuvo que dejar de escribir durante un tiempo porque el dolor de haber pedido a un hijo de la forma en que se lo mataron no se lo permitía. Javier Sicilia hizo lo que tenía que hacer, organizar una cruzada de conciencia contra la criminalidad, demostrando que cuando la sociedad se organiza provoca que los insensibles gobernantes volteen a verla y atiendan lo que solicitan o exigen. Sicilia sabe que exigir es el único camino que tenemos los mexicanos ante la ineficiencia y la ineficacia de la mayor parte de los gobernantes de todos los niveles en todo el país.
Sicilia ha recorrido el país, ha organizado marchas, dictado conferencias, pláticas, reseñas, crónicas y muchas otras cosas con tal de elevar la voz para mover ese pernicioso letargo gubernamental a que para desgracia nuestra nos hemos acostumbrado. También se fue “al otro lado”, marcho por diversas ciudades norteamericanas para que muchos de los consumidores entendieran que ellos son corresponsables de nuestros padecimientos, de nuestras desgracias, de la sangre que se ha regado en todos los rincones del país, y que han sumido en el dolor de familias de todos los niveles sociales, de todas las latitudes, de todos los orígenes. Javier Sicilia es ahora un símbolo de la lucha contra los criminales.
Pero también los mejores hombres o las mejores mujeres pueden equivocarse. No pretendo juzgar a Javier Sicilia, pero me parece que ayer cometió una grave equivocación cuando afirmó que considera legítimo y de lo más digno tomar una pistola para la autodefensa, ante la violencia que sufre México y un Estado ausente que no ofrece seguridad ni justicia. Nosotros no podemos competir con los delincuentes porque no tenemos su especialidad, no sabemos matar impasiblemente, no debemos tomar la justicia por nuestra propia mano. Pero hay algo más, las autodefensas han demostrado que responden a intereses muy definidos y muy cercanos a la criminalidad. El dolor es mucho, pero eso no puede obnubilar la claridad de pensamiento de uno de los hombres que más ha representado a esa sociedad tan lastimada. Al tiempo.This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.