El Partido Acción Nacional enfrenta uno de los retos más duros de su historia: recuperar la identidad que lo posicionó como la segunda fuerza electoral del país, y que le dio la posibilidad de participar en las transformaciones de la posrevolución con sus propuestas doctrinarias más cercanas al humanismo que a la idea gubernamental de los gobiernos emanados de la Revolución Mexicana.
Para decirlo de otra forma, el blanquiazul surge de la necesidad de oponerse a una maquinaria construida para dirigir al país desde los cómodos despachos de los grandes magnates norteamericanos, y de cuyos fines se encargarían los generales, además de otorgarles validez y la base del movimiento social transformado en instituciones. Esa fue la visión inicial de la formación del partido en 1939, aunque los años siguientes le otorgarían una identidad ideológica que lo diferenciaría de partido en el poder.
Después de mucho bregar alcanzaron lo que se antojaba imposible: la Presidencia de la República. No fue como muchos auguraban, con un hombre que arrebañara a las multitudes, sino con un simple y sencillo gerente de ventas que entendió que solamente el poder de los medios de comunicación terminaría con lo que hasta entonces se consideraba el monopolio perfecto del ejercicio del poder. Vicente Fox fue el producto de los grandes sectores empresariales del país y no de la doctrina del Partido Acción Nacional. Fue militante de la única fuerza que verdaderamente ha sido considerada de oposición en la historia de la posrevolución, pero no surgió del adoctrinamiento político, sino de los intereses de los grandes capitales.
El PAN alcanzó el ansiado triunfo, pero sus principales militantes y exponentes que tanto bregaron en la lucha opositora no fueron los principales beneficiarios. Fox conformó su gabinete a partir de las indicaciones de los grupos empresariales que aportaron los recursos para la adquisición del voto, insisto, a través de los medios de comunicación y aprovechando en hartazgo de amplios sectores poblacionales por la voraz corrupción de los políticos del viejo cuño tricolor. El nuevo gabinete militaba en el PAN, pero pocos hicieron política partidista u opositora. Los panistas en el poder no fueron los mismos que los panistas que mantuvieron la oposición por más de sesenta años.
A eso se debe que los actuales encumbrados militantes del PAN no tengan la misma vocación humanista que sus antecesores, porque sus principios son distintos, y lo que verdaderamente los motiva es el poder por el poder y los beneficios que el poder otorga. Así de simple. La lucha no es de principios ni de valores, es de intereses. Es por el manejo de los recursos que otorgan los cargos públicos y los que se manejan desde las estructuras partidistas. El problema generado por el liderazgo en la fracción parlamentaria del senado ascendía a cerca de cuatrocientos millones de pesos. El del partido a más de mil millones. El PAN se ha desdibujado y no tiene cimientos ideológicos, tiene intereses de grupo y negociantes del poder. Parece simple pero es un proceso complicado por el que transitó el partido para llegar ahí. Mucho más complicado será recuperar esos valores y principios que le dieron origen y forma hasta su llegada al poder. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.