De Felipe Calderón y sus principales colaboradores se dijeron muchas cosas, se dicen otras y se dirán más, pero lo peor es que la mayor parte de ellas son verdaderas. Resulta inverosímil que en menos de una semana se hayan acumulado notas referentes a los yerros cometidos por Felipe Calderón Hinojosa, su hermana y algunos de sus colaboradores más cercanos, y lo previsible es que en los siguientes días sigan manteniendo interesada a la opinión pública.
Existen muchas connotaciones en torno al porqué de la andanada, pero lo incuestionable es que muchas de las afirmaciones pueden ser corroboradas y pasar a convertirse en irrefutables verdades. La mesura no ha sido particularidad del señor Calderón en las últimas semanas, y tampoco pensó en la forma que se molestaba cuando Vicente Fox se entrometía u opinaba acerca del estilo con que el Presidente Calderón gobernaba.
Al ciudadano Calderón no le gustan muchas cosas de las que hace el Presidente Peña, pero no por ello puede entrometerse sin despertar reacciones de los actuales funcionarios. El hombre más poderoso de su administración vive plácidamente en Estados Unidos, pero catorce de sus principales colaboradores terminaron en la cárcel a causa de sus vínculos con la criminalidad. Todo lo que Genaro García Luna solicitaba al Presidente Calderón le era concedido. Alejandra Sota se ha convertido en un referente por la forma en que incursionó en los procesos de la corrupción gubernamental y académica. Durante su gestión al frente de la Vocería Presidencial otorgó cuanto contrato pudo a sus amigos y colaboradores, al fin y al cabo el dinero de Presidencia resulta muy difícil de rastrear por la discrecionalidad con que se asigna, adjudica o se gasta.
Pero hay otro rubro que no ha sido tocado por los medios de comunicación, y es el fraude que se cometió a más de cincuenta colegas a quienes se asignó trabajo de publicidad sin que se les pagara un centavo de los más de trescientos millones de pesos destinados al asunto. Quizá eso explique el por qué fue socia de Ernesto Cordero en la compra del periódico El Financiero.
Guillermo Anaya es otro obscuro personaje que gozó de los negocios palaciegos en el sexenio de Felipe Calderón. Senador y ahora diputado, controlaba la apertura de casinos en el norte del país recabando enormes sumas de dinero. En los últimos meses se ha dedicado a buscar la asignación de recursos para obras municipales en los ayuntamientos que detenta su partido, a cambio de la asignación de al menos veinte por ciento de la obra con sus amigos, lo que le deja enormes ganancias que cuando los periodistas le han cuestionado amenaza con algún “levantón”. La Cocoa, su hermana, es quien por el momento mayores dolores de cabeza le ha venido dando. Primero fue su afirmación de que el crimen organizado pactó con Fausto Vallejo y que por ello le ganó la gubernatura. Después la visita de los Caballeros Templarios al Senado de la República, y ahora el dicho de Servando Gómez, a quien apodan “La Tuta”, en el sentido de que ella fue quien buscó pactar con el grupo criminal. Calderón debiera guardar mesura, el silencio sigue siendo el mejor amigo de un ex Presidente de la República. Al tiempo.This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.