Muchos de nuestros políticos han demostrado que el país es lo que menos les importa. Quizá no les guste esta aseveración, porque si algo ha caracterizado los políticos es su proclividad a rasgarse las vestiduras en aras de la preservación y conservación del país, y si pudieran, afirmarían que están dispuestos a envolverse en el patriótico lábaro y repetir la hazaña que dicen los
historiadores realizó el señor Escutia cuando los norteamericanos alcanzaron la cima de Chapultepec. Para decirlo de otra forma, nuestros políticos tienen una asombrosa capacidad para transformarse cuando de defender sus intereses se trata, y se convierten en los hombres y mujeres más preclaros y lúcidos y en denodados defensores de los intereses de esa masa amorfa que identifican como el pueblo. No es que tenga algo contra los políticos, pero los hay de todos colores, olores y sabores a la hora de tomar decisiones por aquellos a quienes dicen representar.
Las cosas no están funcionando como debieran en el ámbito de la estructuración de las leyes. A México le urgen muchas de ellas que son la continuación de lo que en su momento se conoció como el Pacto Por México, y que se distinguió como el mecanismo más eficiente para alcanzar acuerdos con las fuerzas políticas en los últimos treinta años. Hay que decir que las leyes secundarias son el complemento de las reformas constitucionales, esas que los especialistas y los técnicos del lenguaje les ha dado por llamar "reformas estructurales". Así como México tenía urgencia de que en el Congreso salieran las "reformas estructurales", igual tiene urgencia de que salgan las "leyes secundarias" para terminar con la parálisis legislativa que se ha presentado desde hace aproximadamente treinta años, y que ha evitado que sigamos avanzando como sociedad hacia mejores condiciones de vida para aquellos que se insertan dentro de lo que muchos connotados especialistas identifican como "grupos vulnerables"
Como lo he dicho en otras ocasiones, los tiempos de la gente o los tiempos del país no son los mismos tiempos de aquellos que hemos contratado para que realicen leyes acordes a nuestra circunstancia. Que yo sepa esa es la función primordial y principalísima que la constitución enmarca tanto para Diputados Federales como para Senadores, pero parece que muchos de ellos no se han enterado o no se han querido enterar. Y quizá no se han querido enterar porque no conviene a los intereses políticos de los grupos que representan. El jueves pasado el senador Roberto Gil Zuarth, ex Subsecretario de Gobernación y ex Secretario Particular del Presidente Felipe Calderón, salió ante los medios de comunicación a informar que el grupo al que pertenece, que entre otras obedece ciegamente las instrucciones que se le envían desde Harvard, no respalda los acuerdos alcanzados por Jorge Luis Preciado, identificado con Gustavo Madero, y que no aprobarán nada antes del 18 de mayo, en que elegirán al nuevo dirigente nacional del PAN.
No sé si en señor Gil Zuarth haya leído alguna vez el texto de ese libro que juró cumplir y hacer cumplir cuando protestó el encargo para el cual no fue elegido por los mexicanos, sino por quien en ese entonces decidió incluirlo en la lista de senadores plurinominales, y a quien debe su lealtad y demuestra haciendo lo que hizo. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.