El 11 de diciembre del 2006 Felipe Calderón decide incursionar en su tierra natal implementando un operativo basado en señalamientos de testigos protegidos, y utilizando al Ejército Mexicano para la aprehensión de más de treinta y cinco personas entre Presidentes Municipales y funcionarios gubernamentales, a quienes procesó y recluyó en penales de alta seguridad. Al cabo
del tiempo confirmamos que Felipe Calderón se equivocó al involucrar a la institución más respetada en un conflicto de índole familiar, y los presuntos culpables salieron de su encierro por falta de pruebas. Nadie les ofreció una disculpa pese al daño que recibieron.
Michoacán también es prioridad para el Presidente Enrique Peña Nieto. La diferencia es que antes de entrar frontalmente, ordenó la realización de un minucioso trabajo de inteligencia para dar golpes precisos. Hasta ahora las cosas han salido bien y solamente falta la aprehensión de Servando Gómez para que el operativo adquiera la calidad de exitoso. Pero no todo es combate a la delincuencia, pues el año próximo habrá elecciones para elegir gobernador, alcaldes y diputados locales. El escenario se vislumbra complicado por las condiciones imperantes, pero es algo que se tiene que enfrentar y en su caso considerar como una prioridad en la que se involucren todos los sectores y todos los actores. Para decirlo de otra forma, de lo que se trata es de estructurar un esquema que permita la realización de esas elecciones en las mejores condiciones posibles.
Para garantizar la realización de las elecciones se tienen que contemplar varias alternativas, y una de ellas puede ser el intento de sacar adelante una candidatura de consenso. No faltará quien señale esta posibilidad como una aberración, pero se tiene que pensar en ello en función de que las cosas no están como para meterse en una batalla política que pudiera resultar de graves consecuencias.
Este escenario puede ser visualizado con un candidato de la sociedad civil que no tenga militancia partidista visible y que genere el apoyo de la mayor parte de los sectores y los partidos políticos. En ello tendrán que trabajar también quienes hoy conducen los destinos del país, porque una medida de esta magnitud no llegará a buen término si no existe previamente una generación de consensos similar a la que se alcanzó para la estructuración del Pacto Por México. Lo que hasta ahora ha resultado un éxito, pudiera adquirir tintes de desastre si no somos capaces de dejar a un lado los intereses bastardos que provocaron que la delincuencia se apoderara de Michoacán. No será fácil arribar a un acuerdo de este tipo, pero también servirá para conocer hasta donde los intereses políticos son capaces de colocarse al lado de la gente.
Si las cúpulas partidistas logran entender que el interés de los michoacanos debe estar por encima de los intereses políticos, tengo la seguridad de que resolveremos un problema. No se trata de iniciar o inaugurar otra era de componendas para dotar a las principales fuerzas políticas del país de feudos territoriales como han acostumbrado en el pasado reciente, de lo que se trata es de resolver un problema que quizá no ha sido avizorado, pero que se presentará inevitablemente. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.