Alguien dijo que a toda acción corresponde una reacción. Es un principio que surge del estudio de la ciencia pero que al paso del tiempo ha sido aceptado por el vulgo, que por cierto no es muy afecto a la ciencia pero si a la sabiduría popular para describir la consecuencia lógica de todo lo que hace no tan solo el ser humano, sino algunos animales. Aunque también hay que decir que en la mayor parte de las veces no existe diferenciación alguna ya que al fin y al cabo al hombre también se le considera animal, y muchos insisten en hacer cosas que los hacen parecer más animales que otros por el salvajismo con que acometen contra sus semejantes. Pero en el mundo de las acciones y las reacciones criminales se encuentran muchas de las explicaciones de lo que nos ha correspondido vivir.
La llegada de Enrique Peña Nieto generó expectativa entre los miembros del crimen organizado, y no porque esperaran acciones virulentas como las que tuvo Felipe Calderón Hinojosa ya que entienden mucho de estrategia, sino porque sus disertaciones públicas hablaban de la reordenación de acciones y el fortalecimiento del aparato de inteligencia del Estado Mexicano. Casi un año después el Estado Mexicano se declaro listo y salió a enfrentar a los criminales, quienes desconocían cómo se darían las cosas porque ellos no tuvieron la forma de prepararse para prevenir y determinar como se les confrontaría. En eso consistieron los éxitos iniciales, y comenzaron a hacer lo que bien sabían hacer: violencia. Esa peculiaridad es parte de la forma en que opera el crimen organizado producto de sus propios avances y dinámicas de comportamientos, al fin y al cabo animales también.
Por mucho que los especialistas intenten explicar el porqué de las cosas en torno a la violencia, como señalé en líneas anteriores los mandos criminales también entienden de estrategia, y amainar sus actividades en algunas partes del territorio del país habla de tácticas para enfrentar las acciones gubernamentales y para mantener a los moradores como rehenes de sus intereses. No tan sólo es el tráfico y venta de estupefacientes, también controlan a bandas de asaltantes, a quienes se encargan del cobro del derecho de piso, de la venta de productos apócrifos y de procedencia ilícita, del robo en el transporte público, y de muchas otras cosas con las que convivimos y cohabitamos todos los días sin darnos cuenta. Para decirlo claro, el crimen reacciona de la forma en que se ve amenazado por las estructuras gubernamentales.
En el espacio del ejercicio político, también hay reacciones cuando de proteger intereses criminales se trata, y aunque no hay violencia de por medio, son actos criminales al fin. Un ejemplo claro es la negativa de los conspicuos miembros de la clase política en el Distrito Federal, quienes pretenden cambiar el status de la Capital de la República de acuerdo a sus muy particulares intereses. La dominancia que han mantenido en los últimos diecisiete años les ha permitido cotos de privilegios y brutales utilidades en el manejo discrecional de los recursos públicos. Resulta cínica y descarada la forma en que disponen del dinero de los contribuyentes para beneficio de unos cuantos. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.