Algo raro está pasando en México. Y no es que los políticos al fin se hayan decidido a poner las cosas en orden y que los diputados y senadores hayan declarado al Congreso en sesión permanente. Lo raro que está ocurriendo es que la sociedad civil ha comenzado a despertar y no lo está haciendo de la mejor forma. Más que orientar a esa sociedad a la que dicen
servir y que en realidad desgobiernan, los políticos siguen con prácticas que hace tiempo debieron quedarse en el cajón de los olvidos. En Morelos, Graco Ramíz Garrido Abreu, quien por cierto fue el principal organizador de las protestas contra el General Jorge Carrillo Olea a causa de los altos índices delincuenciales hace diecisiete años. Ahora enfrenta los mismos problemas por los que defenestró a su antecesor, pero acuso a uno de sus hijos de organizar las manifestaciones en su contra. Ahora ha tenido que ceder ante el reclamo de la a sociedad civil organizada, pero sigue sin entender que el tiempo se le acaba.
En la Ciudad de México las cosas tampoco andan bien en los últimos meses a causa de esa "rara" adicción de los representantes populares del partido gobernante para defender actos delincuenciales. Lo que pretendieron fuera una forma de que el Presidente Enrique Peña Nieto entendiera que en la Capital de la República ellos pueden hacer lo que les venga en gana, disminuyendo penalidades para sacar de la cárcel a los que intentaron sabotear su toma de protesta, se revirtió, y ahora no encuentran la forma de controlar a las hordas de vándalos que aprovechan cualquier celebración para hacer de las suyas y causar destrozos.
Ayer fueron los pobladores de San Bartolo Ameyalco quienes decidieron responder a la imposición de Leonel Luna, Jefe Delegacional en Alvaro Obregón, quien después de tres meses no ha logrado ponerse de acuerdo con ellos para la realización de una obra del Sistema Cutzamala. Más de setenta granaderos heridos y una centena de detenidos fue el saldo. Lo que no entienden los gobernantes es que los ciudadanos están empezando a mostrar cierto hartazgo a causa de esos excesos a los que me he referido, y la explicación es que se han roto los hilos del diálogo por el pretendido empecinamiento de imponer decisiones sin consultar y sin respetar los usos y costumbres de algunos pueblos originarios.
La dominancia perredista en la Ciudad de México no permite entender a Leonel Luna que no se puede atentar contra las tradiciones de algunos pueblos o intentar entrar a golpe de granaderos. Ellos estaban defendiendo lo que consideran suyo desde hace siglos. Pudo haberse convertido en una tragedia. En Morelos Graco Ramírez ha perdido el hilo conductor de ese diálogo con sus gobernados y el aislamiento hace inefectivo cualquier intento de estrategia para contener la ola delictiva simplemente porque la sociedad se ha retraído. Ambos saben ahora del rudo despertar de la sociedad civil, esa que les dio origen como partido y después como gobierno porque formaron parte de ella. Se olvidaron de eso, y en el pecado han llevado la penitencia. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.