Algo está ocurriendo en la Ciudad de México. La pasividad gubernamental que en ocasiones se observa ha comenzado a calar hondo en muchos sectores de la población. Un gobierno no se puede explicar a partir de lo que se hace solamente en las calles, pues esta circunstancia es uno de los componentes que influyen en la
conciencia colectiva a la hora de evaluar y calificar la actuación de los gobernantes, o al menos así debiera serlo. Esto no quiere decir que tengamos que ser rigoristas, pero aun pretendiendo ser generosos colocándonos del lado de la esfera gubernamental, me parece que un juicio como el que aquí pretendo verter deja mal parado a cualquier gobernante, de cualquier partido político, y de cualquier ideología, si de evaluar las acciones y las omisiones se trata.
Primero habríamos que juzgar los actos vandálicos del día de la toma de protesta del Presidente de la República, que generaron pérdidas económicas superiores a los mil millones de pesos a través de la comisión de delitos que tenían una punibilidad de más de treinta años de cárcel, y que mediante argucias ideológicas la mayoría perredista modificó para que el delito fuera considerado no grave y alcanzara fianza. A partir de esa fecha surgió una amorfa fuerza beligerante identificada como “anarquistas” que se han dedicado a cometer una brutal cadena de delitos mediante actos destructivos, violentos, y hasta intentos de homicidios con algunos miembros de las fuerzas del orden público, a cuyos elementos mandan a servir de parapeto para que los vándalos desahoguen sus más bajos instintos.
Ahora cualquiera es el pretexto para salir a las calles a delinquir. El martes pasado se celebró un año más de la masacre organizada por el grupo denominado “Los Halcones” durante una protesta estudiantil organizada el 10 de junio de 1971. Ese fue el motivo por el que grupos de anarquistas se unieron a las marchas y procedieron s romper ventanas en paradas de autobuses, tiendas, y la sede del Partido Revolucionario Institucional.
No conformes con ello, también lesionaron a varios periodistas, resultando uno con lesiones graves y fracturas en la cara. Marco Ugarte, de The Associated Press, tuvo que ser hospitalizado solamente por cumplir con su trabajo. También resultaron heridos Paris Martínez de la revista Animal Político, Luis Castillo del diario Reforma y Néstor Negrete. La Secretaría de seguridad Pública señaló que “se mantuvo a la distancia para evitar provocaciones”.
Me parece que el perredismo confía mucho en la desmemoria de los mexicanos, o en la complicidad de sus artificiosas mayorías, pero la realidad de las cosas es que la disminución de los índices de popularidad de Miguel Angel Mancera a partir de su pasividad y permisibilidad ante los miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, es proporcional a la disminución que tendrán los candidatos perredistas en la elección del año venidero. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.