Miguel Ángel Mancera Espinoza ha venido desperdiciando el bono democrático que recibió de los ciudadanos hace ya año y medio a causa de su empecinamiento de recorrer ese camino que le ha granjeado múltiples críticas y rechazo por los citadinos. No es que Mancera haya resultado un lerdo en el ejercicio gubernamental, porque por si usted no lo sabe en su nómina existen más de doscientos asesores expertos en distintas materias como áreas de especialidad, y recurre a ellos cuando de entender un tema del que no
es experto se trata, para tomar decisiones que afectan a miles de ciudadanos. Por ese lado el Jefe de Gobierno del Distrito Federal está bastante cubierto, y lo previsible es que sus decisiones sean adecuadas y vayan dentro de los parámetros de la legalidad. Eso lo sabe y lo entiende muy bien el señor Mancera porque es abogado, y en función de ello tiene muy clara la delimitación entre lo legal y lo ilegal, entre lo que es bueno y lo que es malo.
Por eso algunas veces resulta inexplicable para los habitantes de la Ciudad de México la conducta del señor Mancera, sobre todo cuando de ordenar la aplicación estricta de la ley se trata. Quizá ya no le interese postularse como candidato a la Presidencia de la República, porque desde hace tiempo abandonó el manejo de su imagen a base de decisiones acertadas y respetando el estado de derecho. Desde las protestas realizadas por las huestes aglutinadas en la Sección XXII del magisterio, por cierto de militancia perredista radical, el señor Mancera dejó de tener esa pasta que todos pensábamos tenía para gobernar una ciudad como esta. Para decirlo mejor, decidió tirar a la basura ese bono que le concedieron los ciudadanos con los resultados electorales donde sacó cerca de cuarenta por ciento de ventaja a la malísima candidata tricolor: Beatriz Paredes Rangel.
Su popularidad se cayó hasta el fondo de las cañerías, y debió considerar que la reprobación a causa de sus complicidades con el partido que lo postuló no lo llevaría a buen puerto, por el contrario, podría terminar con su carrera política. Mancera es ahora rehén de los apetitos de un partido clientelar y corrupto, con elementos que lo rodean bastante cínicos y merecedores en su mayoría de muchos años de cárcel por la disposición de recursos propios en su provecho, y la permisibilidad para que las huestes partidistas y falangistas hagan de la ley en la Ciudad de México un papalote e invadan terrenos privados o públicos y construyan sus muladares políticos.
La Asamblea de Barrios sigue teniendo muchos predios invadidos con las leyendas de que serán expropiados por el Gobierno del Distrito Federal en beneficio de sus agremiados, con lo que convierten a Miguel Angel Mancera en cómplice de los delitos que cometen. Por si eso no fuera suficiente, las denuncias presentadas por los particulares duermen el sueño de los justos porque la instrucción que hay en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, desde que Mancera era titular, es que no se metan con esas organizaciones ni con sus liderazgos. Para decirlo mejor, esos delincuentes que se dicen líderes cuentan con la complicidad del señor Mancera en todos los “muladares políticos”. ¿Habrá justicia algún día? Sí, cuando los citadinos decidan votar en su contra por delincuentes. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.