Sin lugar a dudas la democracia mexicana no cubre todos los elementos que se requieren para considerar a un régimen como democrático. Y no es que los mexicanos nos empeñemos todo el tiempo en contrariar el espíritu democrático de otras latitudes que funcionan mejor que el nuestro, simplemente hay que decir que la democracia es imperfecta en razón de su propia naturaleza, y cambia de acuerdo a la circunstancia, el espacio, lugar y al cariz de sus principales protagonistas. También hay que decir, en
descargo de los antidemocráticos hombres y mujeres que se ufanan de ser demócratas en este país, que el perfeccionamiento de un sistema político depende en gran medida por el tamaño de la cultura política de los ciudadanos, quienes al final son los encargados de castigar o de premiar a quienes se ufanan de servirlos desde los cargos públicos y de elección popular.
Tan imperfecto es nuestro sistema político, que el propio Instituto Nacional Electoral, quien debiera vigilar la limpieza y transparencia de los procesos de acreditación de los elementos de validez que por obligación tienen los partidos que demostrar, registró en las asambleas celebradas por cada presunto partido desde entrega de despensas, material para construcción, promesas de entregar dádivas, participación en reuniones y asambleas de ministros de cultos religiosos, y las aportaciones monetarias de entes prohibidos por la legislación electoral. Esas fueron solamente algunas de las irregularidades en que incurrieron las que se convertirán en nuevas fuerzas políticas del sistema electoral mexicano.
Parece mentira, pero quien menos irregularidades cometió fue el Movimiento de Regeneración Nacional, lo que habla del cuidado que tuvo el señor Andrés Manuel López Obrador para evitar la posibilidad de que le negaran el registro. Por cierto, sabe que difícilmente ganará en el 2018, pero esta vez tendrá un partido completamente doblegado a sus designios, lo que le otorgará la facilidad de emprender el camino a sus dos vástagos quienes al paso del tiempo serán los verdaderos dueños. Esta circunstancia no es novedosa en el sistema electoral mexicano, pues similar destino fue asignado al Partido Verde Ecologista de México, cuando Jorge González Torres decidió heredarlo a su hijo Jorge Emilio. López Obrador conoce todos los recovecos por los que se hacen los negocios en el sistema político mexicano, y tiene la capacidad para generarle a sus hijos un destino halagüeño y carente de vicisitudes.
De las otras fuerzas políticas muy poco se ha dicho, pero una de ellas detenta la posibilidad de convertirse en la más radical de las fuerzas políticas de la ultraderecha mexicana. Otra, será un apéndice tricolor que servirá de comparsa cuando de hacer alianzas electorales o legislativas se trate. Nuestra imperfecta democracia propicia este tipo de circunstancias porque de lo que se trata es de que existan canales que ayuden a despresurizar el encono que algunas veces se acumula en algunos sectores de nuestra sociedad. Tan imperfecta es nuestra democracia, que permite actos fuera de la ley para mantener la legalidad de nuestros procesos democráticos. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.