Sin lugar a dudas México pasa por momentos difíciles. Y no es que las cosas sean imposibles de resolver, simplemente que en algunas partes del país quienes están al frente del gobierno se han visto rebasados por los acontecimientos, no tienen capacidad para resolverlos, o simplemente les conviene resolverlos. Son muchas las peculiaridades personales las que
inciden en el comportamiento de los gobernantes, pero también la parte psicológica tiene un peso específico en la toma de decisiones por la carga emocional del momento, y la condición moral de cada cual. Las circunstancias son tan cambiantes que en ocasiones esa toma de decisiones se aparta de la legalidad, con lo que nuestros gobernantes pueden acostumbrarse a la violación sistemática de la norma jurídica y adentrarse en los laberintos de la criminalidad oficial.
Los hechos ocurridos en Iguala se significan como el lugar entre la legalidad y la ilegalidad a que me he referido en líneas anteriores. Se conjugaron esas aspiraciones de la posesión de riquezas con el extravío del poder. Disponer de vidas y haciendas como se decía de los caciques de antaño es una lamentable y dolorosa realidad que hoy se vive en muchas partes del país, y no únicamente me refiero a esos caciques regionales, sino a hombres que presuntamente se ha preparado para el servicio público y que terminan cediendo ante las tentaciones del dinero y los excesos del poder. En Guerrero no es solamente José Luis Abarca el ejemplo de esta desviación psicológica que propicia la inmadurez o la falta de preparación utilizando la estructura gubernamental como una manifestación del poder personal y el acumulamiento de riquezas mal habidas.
La conjugación de la delincuencia y el poder ha ocasionado una de las grandes desgracias a que se puede enfrentar un pueblo: el sacrificio irracional de sus jóvenes. Es difícil de creer qué la instrucción de "detenerlos a como dé lugar" se haya transformado en la entrega de parte de los policías a los presuntos ejecutores. Independientemente de que los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa se hayan convertido en un dolor de cabeza por sus excesos a la hora de protestar cometiendo delitos y causando destrozos en instalaciones gubernamentales, de ninguna manera se justifica el salvajismo con el que fueron tratados y quizá ultimados. Si como han dicho algunos presuntos sicarios, se les obligó a excavar el lugar en que fueron quemados y sepultados, no es un destino que hayan merecido simplemente por ser jóvenes. Pero también habrá que buscar a quienes los adoctrinan y enseñan a cometer esos actos de barbarie porque también son responsables en cierta forma de su muerte.
Guerrero está pasando por una de sus más negras etapas, y mucho tiene que ver la forma en que lo ha gobernado el señor Ángel Aguirre Rivero. Pretender a estas alturas negociar la candidatura de su hijo a la presidencia municipal de Acapulco es condenar al fracaso a los guerrerenses y los inversionistas que han mostrado interés en rehacer el prestigio del otrora puerto más bello del mundo como el destino turístico más hermoso del país. No conozco al hijo del señor Aguirre, pero cualquieras que sean sus méritos Guerrero no se merece el desgobierno de una estirpe que se piensa con derechos dinásticos y caciquiles para regir el destino de más de dos y medio millones de hombres y mujeres sumidos en la pobreza. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.